Diamonds Are Forever

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"I'm your new money
Dropping all of your crew, spent too soon money"

James Holder

-Me robaste la obra- escuché a mi lado y me sobresalté internamente, jamás lo mostraría realmente.

Saqué la vista de la pintura y miré a una chica castaña sonriendo en un vestido rojo, Supuse que lo que había dicho había sido una broma. Me habló en inglés, pero estaba ese acento español, lo notaba.

-Que pena, elige otra- contesté sin importancia.

Todo esto era un circo. Este trabajo era el verdadero circo. Había visto dos argentinos, la chica estaba buena no lo iba a negar; una brasilera; por lo visto dos españoles; una mexicana; algún que otro americano; una italiana; obvio algunos franceses; si no me equivoco, una peruana; y creo que una australiana, ella pasó frente a nosotros con el otro inglés que había de la mano, era una vergüenza de todas maneras, me hacía sentir un ridículo con solo ver como actuaba.

-Sé que eres hijo del dueño de la compañía- aseguró la chica.

-Lamentablemente, no tengo YO todo ese dinero, no estoy en la cima del mundo- respondí sabiendo a donde quería llegar.

Se quedó callada, así que la miré para ver porque carajos había dejado de hablar. No porque realmente quisiera que hablara, pero no se iba.

-¿Qué ves en la pintura?- preguntó.

-Dioses griegos- contesté obvio.

-No, claro que no- negó con la cabeza indicándome que no me creía- ¿Qué ves? De verdad.

Suspiré y volví a la pintura una vez más sabiendo que no vería nada.

-Tiranía- solté- Alguien que se cree más que los demás. Un jefe y sus mascotas.

-¿Qué ves aquí?- preguntó señalando la habitación.

-Gente con mucha idiosincrasia y estupidez- respondí.

Ella sonrió y por un segundo creí que inconcientemente le devolvería el gesto, pero no, no lo hice.

-Opinamos igual, que bien- dijo.

-No valgo nada en realidad- solté. Confiaba en ella y no entendía porque, odiaba confiar en ella.

-Y un pedazo de carbón presurizado vale mucho, ¿cuál es tu punto?- solté una risa y volví a mi expresión sería ¿Qué me pasa?- Soy Marina, Dios Griego- me extendió la mano agregando un apodo increíblemente ridículo, pero no me molestó.

-James- se la estreché unos segundos.

Me gustaría tocarle otra cosa. Desvíe el pensamiento rápido.

-Los diamantes no deberían valer tanto- soltó ella- Generalmente, se llenan de sangre por ello.

-¿Sabes por qué valen tanto?- le pregunté.

-¿Por qué?

-Porque los diamantes son para siempre.

Historias de Sabrina Carpenter 🎶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora