Para su mala suerte, su coordinación, su puntería y su fuerza eran lamentables, y más a la hora de hacer deporte. Estaba quedando como un torpe frente a él y todos sus compañeros, quienes estaban pendientes de lo suyo, pero cuando la pluma se le caía al suelo o se iba hacia otro lado, aprovechaban para mirarlo sin disimulo alguno y reírse de su torpeza.
Se agachó para recoger la pluma por veintena vez y lo miró, parecía un tanto cansado. Quizás porque ya llevaba veinte veces que no le daba a la pluma, y sí, las había contado. Estaba avergonzado, realmente avergonzado y a la vez incómodo, pues estaba metiendo la pata de buena manera, cuando era la primera vez en su vida que se le presentaba una oportunidad así, y él la estaba desperdiciando. El peliazul apenas había hablado desde que el profesor le preguntó si quería ir con él, de hecho, no se dirigió a él en ningún momento, lo cual lo decepcionó bastante, pero no dijo nada, demasiado tímido como para hablar. Estaba seguro de que tartamudearía, ya que no acostumbraba a hablar con nadie del instituto a parte de Jisung y Jeongin, y mucho menos con chicos como él.
Lanzó la pluma al aire y la golpeó, con la mano temblorosa, pero al menos le dio, y Felix la golpeó de vuelta sin esfuerzo alguno, apenas sin moverse del sitio, y cuando la pluma venía hacia él, alzó la raqueta y —cómo no— falló. El peliazul suspiró y Hyunjin se sonrojó. Estaba pasando la mayor vergüenza de su vida en ese momento. ¿Y si se caía accidentalmente y fingía una lesión? Quedaría más torpe de lo normal, ¿pero ya qué más daba? Anduvo hacia la pluma, se agachó y la cogió.
—Larguirucho. —cogió aire y se puso recto, dándose la vuelta y encontrándose con nada más y nada menos que Lee Minho, cómo no, mirándolo con superioridad y burlándose de él como cada día.
—Deja de llamarme así. —murmuró el pelinegro apretando la pluma entre sus dedos. Minho rió y le alzó una ceja.
—No voy a dejar de llamarte así. —dijo, arrebatándole la pluma de las manos sin que fuera capaz de hacer nada, ya que no se lo vio venir. —Nos vemos al terminar las clases, no corras, o será peor. —dijo, lanzando la pluma arriba y golpeándola con fuerza hacia las gradas. Dio media vuelta y se fue. Hyunjin suspiró y se dispuso a ir hasta la pluma, pero unos pasos se adelantaron, y no iban precisamente hacia la pluma. Parpadeó al ver a Yongbok yendo hacia Minho sin pensárselo dos veces. Le dio la vuelta bruscamente y éste pareció sorprendido.
Lee Know se veía asustado, el peliazul estaba serio y seguía despreocupado. Articuló algo que ni él ni nadie fue capaz de escuchar y Minho corrió hacia las gradas, agarró la pluma que anteriormente había lanzado y corrió de nuevo hacia Felix, devolviéndosela. Hyunjin miraba sorprendido la escena sin terminar de creérselo. ¿Qué estaba pasando exactamente? El chico volvió a paso despreocupado hacia su lugar y al pelinegro le costó reaccionar. Lo hizo al ver la pluma impactando en su cara y agitó levemente la cabeza para despabilarse.
—Estate atento. —le dijo. Ni se disculpó. Hyunjin frunció el ceño y devolvió la pluma golpeándola con la raqueta, y después el peliazul la devolvió también. Y para la sorpresa de ambos, Hyunjin golpeó la pluma de vuelta. Le pareció ver el fantasma de una sonrisa asomarse en las comisuras de sus labios, sin embargo no apostaría por ello.
Felix golpeó la pluma de vuelta, y Hyunjin la devolvió. Sorprendente, pues pensaba que lo de antes había sido suerte. Tal vez los dos golpes lo hubieran sido.
***
Última hora, y Hyunjin no quería que la campana sonara, claro que quedaban cinco minutos. Cinco malditos minutos, y entonces sería su fin. ¿Quién vendría a su funeral, a parte de sus padres? Se mordió los labios nerviosamente y miró el reloj. Suplicaba internamente para que las manillas del reloj se pararan y dejara de avanzar el tiempo, por mucho que supiera que eso era totalmente imposible, al menos, no con la ciencia de hoy en día. Maldita sea.
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Lee Yong Bok | Lixjin/Hyunlix
Fanfic[Autora: Sandra M.P.] [NO COPYRIGHT 2015.] [SMUT] [+18] [Historia adaptada a versión Hyunlix.] Hwang Hyunjin nunca fue un chico popular, siempre uno de aquellos objeto de éstos. Unos padres que no tenían tiempo para él y una vida solitaria. Acostumb...