Se quedó sin respiración durante unos segundos, su corazón dejó de palpitar al escuchar aquellas palabras, le resultaba imposible que hubieran salido de sus labios, y pensó que tal vez había escuchado mal, o simplemente sentía tanta necesidad de escucharlas que su subconsciente había originado tal ilusión. Fue un beso largo en el que él simplemente se dejó llevar mientras Felix acariciaba sus labios, y al separarse abrió los ojos, viendo como el peliazul lo miraba. Se cuestionaba si había escuchado bien, pero tenía miedo de preguntar.
—Tienes que recuperar peso. —murmuró observándolo mejor, sin soltar sus mejillas. —Parece que vas a romperte, ángel. —susurró, y el pelinegro parpadeó.
—¿Volverás? —murmuró, y Felix torció la cabeza. No sabía a qué se refería con eso. —Al instituto.
Felix suspiró.
—No lo sé. —respondió. —De todos modos no creo poder recuperar tantas clases.
—Por favor. —susurró, casi podría decirse que lo suplicó. Todo era un infierno desde que se fue, y sería vergonzoso admitirlo en voz alta pero era verdad.
—No lo sé. —dijo el peliazul. —Ya veremos, ¿vale?
—Yongbok. —lo llamaron y el peliazul apartó las manos de las mejillas de su ángel, bajándolas a sus lados. Bob King se acercaba a ellos con una sonrisa. —Te dije que tenía algo para hacer que quedaras libre, ¿ves? Las apariencias engañan. —dijo, y Felix asintió.
—Lo sé, siempre lo he dicho. —respondió, y después suspiró. —¿Por qué has hecho eso? —preguntó. No lo comprendía. Él apretó el gatillo, mató a su padre, y sin embargo había traído aquel CD y había hablado a su favor, convenciendo al juez y demás para que lo sacaran de ahí.
—¿Salvarte? —dijo, y el peliazul asintió. —Miré las imágenes de las cámaras por curiosidad, y debo decir que con lo que vi me quedé realmente... Sorprendido. Tú disparaste el arma, pero salvaste a una persona inocente. Y tú eres inocente, Felix, él te obligó a hacerlo. —explicó. —Simplemente lo hiciste para salvar tanto su alma como a él de la cárcel.
El peliazul asintió con la cabeza.
—Gracias, Bob. —le dijo, de corazón. Felix realmente no quería estar allí, acabó descubriéndolo. Necesitaba a Hyunjin más que a respirar. Bob simplemente sonrió y el pelinegro agarró el brazo de Felix al ver a un policía acercarse a ellos.
—Puedes irte a casa. —dijo simplemente, y el peliazul miró a Hyunjin. Éste sonrió sin poder evitarlo, Felix ahora era libre. Deseaba que no se separara de él en ningún momento, nunca más. Quería pedirle que viniera a su casa, y tenía miedo de que le dijera que no porque quería descansar en su casa.
Salieron del juzgado y al exterior, el aire frío les golpeó en la cara y Felix se topó con los ojos de Austin justo cuando estaba entrando en el coche de policía, el rostro del peliazul permaneció impasible, como el del otro. Se quedó mirándolo a través del cristal y sus ojos dejaron de estar fijos en los del peliazul. Sonrió de lado y Felix giró su cabeza para mirar a Hyunjin, mordiéndose los labios.
—¿Estás bien? —murmuró. El pelinegro lo miró y asintió con la cabeza.
—Sí. —susurró. Felix sabía que él estaba afectado con todo lo sucedido, y su rostro lo demostraba. Aquel Hyunjin no era el mismo al que había conocido. Su ángel estaba demacrado por el dolor de la pérdida, el sentimiento amargo de la soledad y las ojeras bajo sus ojos a causa del insomnio que le provocaba el pensar que tal vez no volvería a ver a Felix, durante día y noche.
—¿Quieres que me quede en tu casa hoy? —preguntó el peliazul, y Hyunjin asintió con la cabeza.
—Por favor. —susurró. Era como si hubiera estado esperando aquella pregunta durante mucho, mucho tiempo, y realmente lo hacía.
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Lee Yong Bok | Lixjin/Hyunlix
Fanfiction[Autora: Sandra M.P.] [NO COPYRIGHT 2015.] [SMUT] [+18] [Historia adaptada a versión Hyunlix.] Hwang Hyunjin nunca fue un chico popular, siempre uno de aquellos objeto de éstos. Unos padres que no tenían tiempo para él y una vida solitaria. Acostumb...