Capítulo 16

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Estaba seguro de que era la persona con más mala suerte del mundo, ¿cómo era posible que la primera vez que se decidiera a comer, el lugar donde se disponía a hacerlo estuviera cerrado? Bufó y dio media vuelta, pateando una lata de refresco que había en el suelo. Increíble. Definitivamente, los dioses no querían que él comiera, no, ellos querían matarlo de hambre, eliminarlo de esta Tierra. Bueno, al menos así no sufriría más de lo que estaba haciendo.

Y entonces, cuando se dispuso a irse, los dioses intervinieron de nuevo, o tal vez se trataba de una mala jugada y habían decidido hacer aparecer un espejismo frente a él, o era la falta de comida en su organismo la causante de aquello, pero él juraría que lo tenía a tan sólo unos metros, sentado en un banco mientras se comía una hamburguesa. Parpadeó y se frotó los ojos, seguro de que así desaparecería, pero no. ¿De verdad era él? Podría acercarse, o, bien podría ignorarlo y seguir con su camino a casa. ¿Pero de verdad quería volver a casa y estar tumbado en su cama todo el día sin hacer nada mientras pensaba en él? Sus piernas andaron por sí solas, acercándose cada vez más, hasta que el chico alzó la mirada y se posó en él, fue entonces cuando paró en seco y empalideció. Su expresión permanecía indescifrable, y no sabría decir qué estaba pensando ahora mismo. ¿Seguía enfadado, lo ignoraría...? Cogiendo aire, siguió acercándose y se paró frente a él. De cierto modo, el que estuviera sentado le hacía sentir más seguro, ya que a pesar de que era más alto, se sentía pequeño frente a él.

—¿Por qué no viniste ayer? —le preguntó, ni "hola", ni "¿cómo estás?", fue directamente a esa pregunta. Felix pareció no tomarle importancia a eso.

—Me surgieron planes. —respondió secamente. Y entonces él ya no pudo más.

—¿Te enfadaste por eso? —dijo, con enfado. —¿Te das cuenta? Fue una estupidez. —dijo, y el peliazul alzó una ceja ante su tono de voz. —Yo no quería que te enfadaras, simplemente... Simplemente me sentó mal, ¿sabes? No hace falta que me recuerdes que no te gusto de esa forma. —dijo, sentía un picor en los ojos y sabía que estaba a punto de derrumbarse, y antes de hacerlo decidió conservar la poca dignidad que le quedaba y dar media vuelta para irse, pero un tirón en su brazo se lo impidió y terminó siendo girado bruscamente, encontrándose de nuevo, frente aquellos ojos marrones que lo hacían lucir pequeño.

—¿Qué has dicho? —murmuró, las lágrimas ya estaban sobre sus mejillas, y él no alzaría la mirada. Se mordió los labios con fuerza y sintió cómo su mano intentaba alzar su cabeza, pero se movió bruscamente, y Felix suspiró. —Sé que estás llorando ahora mismo, Hyunjin, y no hace falta que intentes esconderlo.

Él se frotó los ojos con coraje, con la manga de su chaqueta, y lo miró, con los ojos levemente rojos.

—No estoy llorando. —mintió, y el peliazul sonrió, haciéndolo enfurecer más.

—Eres un mal mentiroso. —dijo, divertido, y él se dio la vuelta dispuesto a irse, pero unos brazos lo agarraron firmemente desde detrás, por la cintura. —Has dicho "no haca falta que me recuerdes que no te gusto"... No te estarás enamorando de mí, ¿verdad? —murmuró, muy cerca de su oído. Él enrojeció. ¿Él había dicho eso?

—Yo no he dicho eso. —murmuró.

—Sí, sí lo has dicho. —dijo el más bajo. —De no haberlo hecho no te lo diría, ¿no crees?

Hyunjin cogió aire para tranquilizarse. 

—No me refería a ese sentido. —fue lo único que pudo murmurar, no podía desmentir que él no estaba enamorándose, porque mentiría, y entonces él se daría cuenta. —Me refería a mi físico. —murmuró, bajando la mirada.

—Oh. —murmuró Felix. —Tienes razón... No me gustas. —dijo con diversión, y su corazón se partió en dos, sintió que el aire escaseaba en sus pulmones y el nudo en su garganta le dolía como nunca. —Me encantas, Hyunjin, pero necesitas comer. —se sintió desfallecer, y el peliazul lo soltó y lo atrajo hacia sí, sentándolo sobre su regazo y ofreciéndole su hamburguesa. —Come. —le dijo, y él negó con la cabeza.

Lee Yong Bok | Lixjin/HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora