Capítulo 3

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Realmente tuvo que resistirse a no preguntar más, pero tampoco era que le gustara demasiado la idea de que le mandaran a la mierda aunque fuera indirectamente, y prefería no preguntar a que simplemente le contestara, no con una respuesta y mandándolo a la mierda directamente.

—¿Y cuándo miraremos lo de las canciones? —se atrevió a preguntar. El peliazul se encogió de hombros. Realmente parecía no importarle mucho lo de hacer el trabajo, pero no le diría: "¿Qué tal si no lo hacemos?", no, porque el hecho de hacer el trabajo significaba una oportunidad para poder estar cerca de Felix. Y obviamente, no iba a desperdiciarla.

—Podríamos mirarlo desde casa y hablar por teléfono, o por donde quieras. —dijo él, desinteresado. Aquel comportamiento no le agradaba mucho, pero tampoco podía quejarse. Por lo menos se dignaba a hablar con alguien, y ese alguien era él, por lo cual debería estar feliz y dar saltos de alegría, claro está, internamente, pues no se trataba de asustar a nadie con un comportamiento extraño.

—¿Tienes WhatsApp? —lo preguntó sin pensárselo realmente, la pregunta tendría que haber ido como un fax directa al cerebro, pero no, de la boca se escapó sin que el cerebro llegara a dar la orden de que hablara. Rezó para que el color no llegara a sus mejillas, y para su desgracia, no lo logró. Creyó ver una pequeña sonrisa, un leve tirón en la comisura de sus labios.

—Sí. —respondió, metiendo la mano en su bolsillo y sacando un bolígrafo. —Deja, te lo apunto. —¿Quién mierda llevaba un boli en el bolsillo de un chándal en clase de Gimnasia?

Por inercia, él alzó el brazo. Sus manos heladas a causa del frío se posaron sobre la piel de su brazo, y un hormigueo entero recorrió su cuerpo. Sus manos eran suaves y pequeñas en comparación a las suyas, y le daba igual que estuvieran congeladas, hacían contraste con el calor que irradiaba su cuerpo en ese momento. Sintió la punta del bolígrafo sobre su piel y miró sus manos sujetando su brazo. Era su amor platónico el que le sujetaba el brazo, y aquello le ponía nervioso.

—Ya. —dijo, apretando el pequeño botoncito del bolígrafo y guardándolo de nuevo en su bolsillo. El chico miró su brazo, los números eran redondos y pequeños, tenía una letra bonita. Hyunjin sonrió y lo miró.

—Te hablaré. —dijo, orgulloso al no haber tartamudeado y haber hablado con un tono de voz relativamente normal a cuando hablaba normalmente a desconocidos o alguien que no fuera familiar, Hannie o Innie.

Felix asintió con la cabeza, y siguió sin ver ningún rastro de emoción en su rostro, lo cual en parte le hacía sentir un tanto decaído. Pero al fin y al cabo, no estaba para quejarse.

—De acuerdo. —dijo el peliazul levantándose. Hyunjin se quedó en el suelo y lo miró desde abajo. —De mientras podemos ver qué pasos podríamos usar.

Hyunjin torció la cabeza. Él era pésimo bailando, lo cual suponía un problema bastante grave.

—Hum... Sí. —respondió simplemente. Probablemente, si decía que bailar se le daba estrepitosamente mal lo tomaría por más inútil de lo que ya era, y la idea no era favorable. Una música sonó desde la parte izquierda del pabellón y giró la cabeza, donde Taylor y sus amigas estaban practicando unos pasos de baile bastante provocativos. Volvió a mirar hacia Felix y se sorprendió al verlo bailar al ritmo de la música. Los movimientos eran firmes y fluían perfectamente con aquella melodía, la cual desconocía, pero era agradable. Sin darse cuenta, su boca cayó abierta al descubrir que Lee Felix era un excelente bailarín.
Y cuando la canción terminó, dejó de bailar, y posó su mirada en Hyunjin por primera vez desde que la música empezó. Y entonces mostró una media sonrisa que hizo al pelinegro desfallecer.

—Cierra la boca, que te entrarán moscas. —dijo con cierta diversión, y él lo hizo, un tanto avergonzado.

—Se te da bien, no tendrías que haberlo dejado. —murmuró, sin que el rojo intenso abandonara sus mejillas. El peliazul se sentó de nuevo frente a él y miró hacia las chicas, que habían dejado de bailar y formaban un círculo de pie. A ratos se giraban hacia ellos mientras las veía cuchichear y reír risueñas. Sabía que era por el peliazul,  porque probablemente le habían visto bailar. Las entendía, Felix era hermoso y bailaba y se movía bien. Y cualquiera de ellas tenía probablemente la oportunidad de llamar la atención de Felix con su belleza, mientras que él era un chico mediocre que jamás tendría oportunidad de estar con alguien como Lee Felix.

Lee Yong Bok | Lixjin/HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora