-Federico, por favor, Federico -implora Jimmy Caci.
Uno de los tantos que le dieron asilo a Carlo.
Suspiro con irritación.
-Ya sé mi nombre, deja de repetirlo -gruño mientras limpio el cuchillo ensangrentado sobre su pantalón.
Los tendones de sus dos rodillas ya no existen.
-Te lo ruego, déjame ir.
-Dime... dónde... está...-susurro mirándolo a los ojos.
-Tú y yo tenemos la misma información, alguien me dijo que está con los Nómades.
-¿Y quién lo llevó allí? -camino hacia la mesa y cambio el cuchillo por un alambre de púas.
-Él se fue solo -dice su respiración entrecortada-. Yo le dije que era imposible esconderse, pero no escuchó.
-Sin embargo...-digo con calma- NO ESTA AQUÍ CONMIGO, ¿NO? -el grito hace eco por todo el depósito vacío.
Mi cargamento ya no esta aquí, por razones obvias tuve que moverlo, no iba a permitir que este idiota vea mis negocios.
Jimmy luce muy pálido, sus pantalones rotos y empapados en sangre.
-Lo siento -gime-, siento no tener nada que compartir.
-No te preocupes -camino hacia él, recuperando la compostura.
Jimmy mira el alambre de púas y se inquieta.
Mágicamente recuerda más información.
-Pero conozco a uno de ellos, es el hermano del líder, sé dónde encontrarlo.
Envuelvo el alambre en mi puño y dejo que la sangre chorree por mi brazo.
Jimmy no puede creer lo que ve y sé lo que está pensando, si esto se lo hace él mismo, entonces, ¿qué tiene planeado para mí?
-¿Dónde, Jimmy?
-En...en...el Bronx, ahí tiene una novia, eso escuché, que lo tiene hecho un idiota, ya no se cuida como antes, está muy expuesto.
-No me digas...-agrego innecesariamente mientras golpeo mi barbilla con el dedo índice.
-Juro que eso es todo, Federico, por favor, ya me dejaste paralitico, déjame vivir.
-Ay, que exagerado...-refunfuño- ¡Fausto!
El grandote se asoma por la puerta.
-Llévalo, tengo que irme...
Fausto asiente y comienza a desatar a Jimmy quien me agradece como un gusano maltrecho.
-¿Tienes un pañuelo? -pregunto- No quiero que Elena vea toda esta sangre.
-¿Elena? -pregunta Jimmy- ¿esto es por Elena, no es así?
Mis ojos se mueven lentamente hacia Jimmy.
-Cuidado con lo que vas a decir. - mi voz cae pesada y oscura sobre él.
-Escuché a Carlo decir algo de Elena.
Fausto termina de desatarlo, pero Jimmy no se puede levantar hasta que Fausto lo cargue. Así que la charla continúa.
-Entiendes que tu vida depende de lo que vayas a decir en los próximos segundos, ¿no?
-Solo quiero colaborar.
-Te escucho.
-Carlo dijo que Elena nunca fue su hija, que Alondra tuvo una aventura cuando eran jóvenes y le imploró que no la abandone, por eso él la entrego, porque no es suya.
No reaccionar es fundamental en estos momentos.
Mantenerme neutro, cauto.
Asiento y le hago señas a Fausto para que se lo lleve.
-Buena suerte, Jimmy...-digo guardando mis manos en los bolsillos- porque la necesitarás.
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Malas Intenciones
RomanceElena Bianchi sabe que viene de una familia Ítalo-americana con orígenes dudosos, conoce perfectamente los movimientos de la mafia en Nueva York, gracias a su padre y a su tío, pero ella hizo siempre todo lo posible para alejarse de su círculo famil...