Fue la primera vez en muchos años que Crowley pudo dormir correctamente, quizá por el hecho de que el aroma de Aziraphale estuvo presente en su nariz durante toda la noche, o quizá también influía el hecho de que sabía que él estaría en la casa para proteger a su familia si algo malo sucedía. El alfa no sabía con certeza que era lo que había logrado que su cuerpo descansara correctamente, solo tenía la seguridad de que ahora que estaba al lado de sus hijos y Omega, todo mejoraría.
—¿Dormiste bien, cariño?— Crowley dejó un beso en la mejilla de Aziraphale mientras lo apretaba más contra su cuerpo, negándose a ponerse de pie.
—Me gustó tenerte cerca— admitió el Omega sonrojándose— Pero no podemos quedarnos mucho en la cama, los niños tienen que desayunar , ir a la escuela... Yo debo trabajar.
Crowley gruñó —Los niños pueden no ir a la escuela hoy, y renuncia a tu trabajo, no lo necesitas conmigo a tu lado.
—Crowley...
El alfa negó, enterrando su nariz en el cuello de Aziraphale, embriagandose con el aroma. Crowley hubiera estado dispuesto a reclamar de no ser porque los niños entraron corriendo a la habitación. Muriel fue la primera en lanzarse para abrazar a Crowley y a Aziraphale, y aunque Adán se veía algo renuente a seguirle el juego a su hermana, acabó por aceptar cuando los tres le abrieron los brazos.
Muriel y Adán comenzaron a acurrucarse contra los dos adultos, la sensación era tan reconfortante que Aziraphale estuvo a punto de ceder a las tentaciones de Crowley, hasta que se recordó que tenía una cita con Anathema durante su hora de comida.
—No podemos quedarnos mucho tiempo aquí, así que vamos, despidanse de Crowley porque voy a hacerles algunos panqueques de desayunar ¿Les parece bien?
Los niños asintieron, saliendo en dirección a sus habitaciones.
—¿Les puedo ayudar a cambiarse? Quiero ayudarte con los niños. Sé que aún no es momento de decirles toda la verdad, pero me gustaría comenzar a ser una familia.
El Omega de Aziraphale ronroneó.
—Me parece una gran idea Crowley— Aziraphale besó la frente a su alfa antes de ponerse de pie para darse una breve ducha, saliendo directamente a la cocina una vez se hubo puesto sus habituales ropas en tonos cafés y azules.
El aroma a panqueques recién horneados pronto llenó la casa, logrando que sus hijos y Crowley bajaran corriendo las escaleras.
—Crowley no sabe vestir, papá —lejos de parecer enojada, Muriel no paraba de reír al igual que su hermano.
—¡Claro que se vestir! Pero ellos no se quedan en paz ni un segundo— Crowley fue a abrazar a Aziraphale, fingiendo lamentarse.
El pecho de Aziraphale se lleno de alegría por unos instantes ¿Esa era la vida que habría tenido de no haber huido esa noche? ¿Así hubieran sido todas sus mañanas? Probablemente no, pero ¿Qué sentido tendría pensar en ello ahora? Solo se torturaría sin razón.
—Desayunen, debo darme prisa para dejarlos en su escuela.
—Yo los llevo ángel — Crowley se llevó un poco de fruta a la boca— Ve tranquilo a tu trabajo, Belcebú me dijo que ibas a reunirte con Anathema.
No tendría que ser sorpresa para Aziraphale que Crowley tuviera idea de todos y cada uno de los movimientos que daba.
—Bien, entonces avísame cuando los niños estén en el colegio— Aziraphale besó las frentes de los tres presentes antes de salir en dirección a la librería.
Porque si bien el Omega se sentía feliz por el rumbo que estaba tomando la situación, aún existía algo que no le dejaba estar por completo en paz, era la sensación de que algo malo ocurriría en cualquier momento lo que no le dejaba sentirse pleno, por ello, prefería concentrarse en los libros y los clientes, pues sobre pensar jamás le había ayudado a calmar a su inquieto corazón.
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Omega | Ineffable Husbands
FanficAziraphale huyó del lado de Crowley cuando este le confesó que tenía un amante, pero ¿Quién no ha dicho mentiras para proteger a quién ama?