Crowley podría decir que su infancia fue espantosa, que solo vivió a la sombra de lo que sus padres exigían que fuera, pero mentiría, porque si bien nunca llegó a superar los anhelos y sueños que tenían sus papás respecto él, en medio de aquella densa oscuridad que lo ahogaba, hubo un pequeño rayo de esperanza, una pequeña luz que le iluminó aquel nublado camino: Aziraphale Fell, un precioso niño de cabellos tan rubios y suaves, de bondadosa y empática actitud que parecía ser su pequeño espacio de paraíso personal.
El futuro alfa lo adoraba con locura, no dejaba que nadie se le acercara, pues temía que alguien se lo pudiera arrebatar o dañar, y aunque muchas veces Crowley sintió temor de que Aziraphale lo alejara al ver su actitud, el futuro Omega parecía bastante satisfecho con su comportamiento, en algunas ocasiones, cuando alguien llegaba a lastimar a quién Crowley denominó como su ángel y este llegaba a defenderlo, Aziraphale le besaba las mejillas y le invitaba a comer a su casa. Para un niño de diez años esto parecía ser una genuina declaración de amor.
Y aunque se notaba que los señores Fell no estaban de acuerdo con esta amistad, lo dejaban pasar al ver que su hijo era feliz. Eso a Crowley le hacía sentirse importante, pues le agradaba saber que había alguien que lo necesitaba, que lo quería en su vida.
Esos fueron los primeros años más felices de su existencia, los recuerdos los atesoraba con devoción.
Por eso, su tristeza fue grande cuando sus padres por negocios tuvieron que mudarse de un día para otro, sin darle tiempo Crowley de despedirse de quién sabía sería su Omega.
—Estar cerca de ese niño solo te hace débil y nosotros no te educamos para eso.
Con la actitud tan necia de sus padres, Crowley comenzó a alejarse de ellos, a ser más rebelde, incluso comenzó a usar sus influencias para averiguar el paradero de Aziraphale, logrando encontrarlo un año antes de entrar a la universidad, así que como todo buen alfa responsable, Crowley se cambió de país para hacer el examen de ingreso al mismo lugar dónde sabría que estaría su ángel.
Y si bien no lo encontró en el primer semestre, no perdió la paciencia, al contrario se encargó de aparecer en cada evento social que hubiera en la universidad, hasta que a mitades del segundo semestre, lo vió aparecer en medio de la multitud mientras cantaba. Su ángel seguía siendo perfecto y más ahora que su casta había salido a relucir.
Desde ese día, Crowley se dedicó a estar a su lado, y aunque amaba pasar tiempo con el Omega, sentía que algo le faltaba y no, no era el sexo, en eso estaba bastante satisfecho y más cuando recordaba las expresiones de placer que le daba Aziraphale. Pronto se dió cuenta que lo que en verdad deseaba su lado Alfa, era marcar a su ángel, demostrarle a todo el mundo que él era el único en su vida.
—Tengo una relación con Aziraphale y está vez no van a poder alejarme de él.
Cuando Crowley se decidió a darle la noticia a sus padres, ninguno se sorprendió, pues conocían de buena fuente la obsesión que su hijo tenía por Aziraphale.
—Espero que él se quede a tu lado cuando esté enterado de a qué nos dedicamos realmente, hijo.
Esa advertencia resonó en la mente de Crowley aún después de que se graduaron y comenzaron a vivir juntos, y aunque el alfa intentó deshacerse de ese pensamiento en múltiples ocasiones, simplemente no pudo, vivía en la constante agonía de lo que sería su vida si Aziraphale se iba de su lado.
Pero cómo si sus padres solo existieran para atormentarlo, tuvieron que morirse, justo en el momento en que Crowley había decidido pedirle matrimonio a Aziraphale. Los muy bastardos habían sido asesinados por una mafia rival y él había tenido que irse sin poder llevar a su ángel al atar.
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Omega | Ineffable Husbands
Fiksi PenggemarAziraphale huyó del lado de Crowley cuando este le confesó que tenía un amante, pero ¿Quién no ha dicho mentiras para proteger a quién ama?