Una noche

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Desenme suerte, en una semana presento mi extra y dios, me da cosita no pasar :c

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Las recuperaciones posteriores fueron bastante lentas, bueno, al menos la de Aziraphale, pues necesitaba más cuidados que los golpes que recibió Crowley durante su secuestro, pero su Alfa y sus hijos se encargaron con éxito de su recuperación.

—¿Cómo te puedo agradecer que me hayas cuidado, cariño?

—Con comida y besos estoy bien, ángel.

Para Crowley habia sigo difícil dejar volver a su familia a la normalidad, pero sus hijos estaban ansiosos por regresar a la escuela después de casi un mes sin presentarse, y Aziraphale decía que necesitaba volver a la seguridad que le brindaba la librería, porque si, al Crowley haberse desecho de Metatrón, había logrado comprar unas cuantas de sus propiedades, y esa incluía la librería que tanto amaba su Omega, solo que está vez, al rubio le tocaba ser el dueño.

—¿Estás seguro que solo puedo ofrecerte besos? Después de todo, te debo una.

Estar un mes todos juntos había sido una experiencia reconfortante para la familia, pues habían tenido oportunidad de convivir más, de conocerse, de explicar las cosas y si bien los niños aún no llamaban papá a Crowley, al menos no eran tan formales cuando debían dirigirse a él, incluso lo habían incluído en sus juegos y demás actividades que podían hacer en la seguridad de su hogar.

Esto, hizo que finalmente Crowley tuviera que ceder casi en su totalidad el control de su trabajo a Belcebú, no sin antes demostrar el respaldo que él siempre sería ante la alfa.

Después de todo eran amigos, y era lo mínimo que podía hacer por ella después de tantos años juntos.

—Ángel, aún no haz sanado por completo, no quiero lastimarte.

—Crowley, por favor.

—¿Por favor? ¿Acaso de nuevo voy a tenerte rogando por mi polla, ángel?— Crowley dió varios pasos en dirección a su Omega, colocando ambas manos en las caderas del rubio— Bueno, si tanto insistes, podríamos aprovechar que los niños están en la escuela y tú eres el dueño.

—Te he extrañado tanto, Crowley. En todos los sentidos.

Vivir juntos no había sido del todo fácil, pues Crowley aún podría ser bastante caprichoso ante un Aziraphale que a veces estaba irritado no solo por el dolor de su cuerpo, sino también por las noches sin dormir debido a que sus hijos los primeros días tenían pesadillas respecto a la ocurrido. Pero finalmente ambos lograron encontrar un punto intermedio entre los cambios que estaban teniendo y el amor que siempre había existido entre los dos. Poco a poco lograron volverse a entender y apoyarse como siempre.

Incluso Aziraphale logró que Crowley perdonara a Newton, pues él tampoco había tenido mucha elección sobre a quién debía de ser leal o no, y aunque alfa las primeras veces se mostró molesto con su presencia, al final terminó aceptando que la pareja fuera a verlos, con la condición de que no le contarían muchos detalles de su nueva vida.

En lo que ambos si estuvieron de acuerdo, fue en que Gabriel también tendría que pagar por todos sus crímenes, pues había sido el más leal a Metatrón, así que aprovechando el escándalo mediático, lograron que el terminara en la cárcel, sin ningún tipo de apoyo, pues todos abandonaron antes de salir manchados. Crowley tuvo muchas veces las intenciones de ir a restregarle a Metatrón su derrota, pero se detuvo, pues sabía que la arrogancia podría ser su perdición.

—¿Si, ángel? ¿En verdad me haz extrañado?— el aroma de Crowley comenzó a ser más fuerte, logrando sacarle un jadeo a Aziraphale — Pero si hemos estado viviendo en tu casa durante un mes.

—Te lo puedo jurar, Crowley.

El alfa estaba encantado con lo dócil que podía ser su Omega, con los movimientos de caderas que estaba haciendo para lograr que los pulgares de Crowley tocaran algo más que sus caderas.

—Entonces ¿Por qué no me demuestras cuánto me haz extrañado? Vamos, dile a tu alfa cuándo lo necesitas dentro de ti.

Aziraphale sonrió ante aquella respuesta, y con todo el cuidado que fue capaz de tener, unió sus labios con los de su alfa, quién gimió gustoso al sentir como por su lengua se colaba el sabor de su ángel. El Omega ronroneó satisfecho antes de dejar que sus manos bajaran por la espalda de Crowley, queriendo desesperadamente retirarle aquel elegante saco negro.

Crowley se separó brevemente de su Omega, quitándose la parte superior de la ropa que tanto parecía estorbarle a Aziraphale, quién sonrió satisfecho comenzando a retirar lentamente su pajarita de color beige, dejando que los suaves, largos y habilidosos dedos de su Alfa le retiraran su chaleco y camisa.

Aziraphale se estremeció al escuchar el suspiro que dió su alfa antes de repartir besos por el vientre del rubio.

—¿Qué...qué haces?

—Adorando el lugar dónde estuvieron mis hijos, dónde quiero que tengas a nuestros demás hijos.

Aziraphale no tuvo tiempo de responder, pues los dedos de Crowley recorriendo el resto de su pecho le hicieron estremecerse en sus brazos. El rubio apretó los labios, sintiendo como su alfa llegaba hasta su cuello, no sin dejar de acariciar los lugares que sabía le encantaban.

—Quieres más hijos.

—Quiero muchas cosas Aziraphale— admitió dejando que su mirada se posara sobre la marca de aquella glándula Omega que apenas si se notaba—¿Crees que alguna vez tenga permitido volver a decirle al mundo que eres mío?

Aziraphale gimió cuando su propia mano por accidente acarició su polla que estaba comenzando a ponerse completamente dura.

—Hazlo Crowley, hazlo por favor.

Crowley ronroneó satisfecho, bajando su cabeza hasta el cuello de su ángel, permitiéndose disfrutar del embriagador aroma. Quería hacerlo lento y memorable para Aziraphale.

—Te amo ángel, te amo tanto— Sin recibir respuesta, Crowley sacó su lengua, permitiendo que está subiera y bajara por aquella suave y tersa piel, sus manos tomaron las muñecas de Aziraphale hasta llevarlas por encima de su cabeza— Te amaré siempre— aseguró dejando que sus colmillos salieran, perforando poco a poco la glándula de su Omega.

Aziraphale arqueó su espalda, aferrando sus manos a los hombros descubiertos de Crowley, sintiendo que el dolor y el placer nublaban su mente.

—Te amo Crowley, yo también te amo— sus piernas se enredaron en las caderas del alfa, quién comenzó a moverse de adelante hacia atrás simulando embestidas aún con la ropa puesta.

—Anudame, anudame Crowley.

El efecto de la mordida aún no pasaba por completo del torrente sanguíneo del Omega, pero él no necesitaba de eso para rogarle a Crowley por más.

—Eres mío Aziraphale, solo mío.

El rubio asintió desesperado, dejando que sus manos temblorosas abrieran la bragueta de Crowley.

—Eres mío Crowley, oíste, solo mío.

El alfa sonrió, deleitándose con la visión de los dedos de Aziraphale acariciando toda su desnudez —Si, solo tuyo, ángel mío.

Omega | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora