03|Korkut y Mehmed.

1.2K 150 2
                                    

Al salir nuevamente de los aposentos, se encontró con su hermano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al salir nuevamente de los aposentos, se encontró con su hermano. Korkut lo miró de pies a cabeza como si fuera una paria. Realmente no esperaba eso de él.

Para todo el imperio, era bien sabido que estos dos no se podían ver ni en pintura. Sin embargo, podían actuar perfectamente bien cuando estaban cerca de su padre. Pero, normalmente, se sacaban los ojos entre ellos.

Mehmed rodó los ojos y comenzó a caminar, intentando ignorar cualquier pensamiento negativo que pudiera decirle su hermano. Después de todo, la guerra no había comenzado aún; no había por qué malgastar su saliva en algo que posiblemente ya estuviera ganado.

Pero para el hijo amado de Handan no era lo mismo. Necesitaba pelear con su hermano, aunque ese motivo fuera el más estúpido del mundo.

—¿Sabías que nuestro padre se irá pronto de campaña? —Sonrió el hijo de la rusa.

—¿Y quién en el palacio no sabe eso? —Preguntó Mehmed como si fuera algo obvio.

—Tú y las mujeres que te rodean, es obvio. —Sonrió con burla Korkut, mirando a su hermano menor. —¿Sabes qué ocurrirá si él muere?

Mehmed guardó silencio y enfocó su mirada llena de odio en su hermano, quien lo miraba con una sonrisa triunfante.

—Yo llegaré al trono y mi primera orden será clara.

—¿Y se puede saber cuál es esa?

—Claro que sí. Lo primero que haré será enviar a tus hermanas y a tu madre al palacio de lágrimas, para que lloren todo lo que mi madre ha llorado en todos estos años. Lo segundo será tener tu cabeza como centro de mesa.

La risa que soltó Korkut después de decir eso hizo que Mehmed lo mirara con incredulidad. Realmente era la peor tontería que había escuchado en estos momentos, pero decidió callar hasta tener una respuesta con la que atacarlo.

No pasó ni un minuto para tener dicha respuesta que dejaría pensando a su hermano.

—¿Sabes algo? —Con esas palabras atrajo la atención de Korkut hacia él. —No necesariamente tiene que llegar al trono el hijo mayor. El príncipe que puede tener el trono debe ser fuerte por excelencia. ¿Y sabes qué suma la fuerza a un príncipe?

—¿Qué cosa?

—Las mujeres a su alrededor. —Esta vez el que sonreía era él. —Si a tu alrededor solo hay mujeres que no hacen más que llorar y quejarse de todo, nunca tendrás el trono en tus manos. Pero, si al contrario, tienes a una mujer astuta y leal a tu lado, ella te puede llevar directamente al trono.

—Nosotros no tenemos mujeres, somos niños.

—Te equivocas. Tú tienes una y yo tengo tres. —Al ver la cara de confusión de su hermano, Mehmed se acercó a él y le tomó el hombro. —Yo tengo a tres mujeres inteligentes y fuertes a mi lado: a Raziye, Mihrimah y, sobre todo, a mi madre.

—Mi madre es una mujer fuerte. Nunca dejaría que tu madre la pisoteara.

—¿Quién es la Haseki de este imperio? ¿Tu madre o mi madre?

Korkut apretó los puños con rabia y miró al suelo con enojo. Aunque no le gustara admitirlo, Mehmed tenía razón. Sin mujeres fuertes, no podría ascender al trono.

El hijo de la esposa imperial pasó por el lado de su hermano, empujándolo solo usando sus hombros.

Korkut lo miró con recelo mientras este desaparecía por los pasillos para jugar de nuevo con sus hermanas.

El hijo de Handan corrió hacia la ventana y miró con cierto odio a los tres niños, sobre todo al que peleaba contra Raziye y Mihrimah para que no le pusieran una corona de flores.

—¡Me voy a ver muy raro si me pones eso en la cabeza! —Gritó el hijo de Hurrem con las manos en señal de que se alejaran.

—¡Oh vamos! ¡Me demoré mucho haciendo esta corona de margaritas para ti, así que póntela! —Gritó Raziye, intentando ponerle la corona a su hermano.

—Eso es cierto. Yo me caí por ayudarla a recoger flores. —Dijo el sol y la luna con una corona de girasoles que combinaba con sus cabellos castaños.

—Chicas, puedo hasta matar por ustedes, pero nunca jamás ponerme una corona de flores. Eso no me hará ver como un príncipe poderoso.

—Seras un príncipe lindo, así que trae tu cabeza para acá.

Las dos hermanas comenzaron a correr para perseguir a Mehmed con tal de que se pusiera la maldita corona, cosa que al cabo de unos minutos lograron, teniendo de ese modo a un Mehmed con corona de margaritas, una Raziye con una corona de rosas y Mihrimah con una corona de girasoles.

La escena podía ser vista con ojos de ternura para cualquiera, cualquiera que no fuera Korkut, que miraba a los tres hermanos con odio, deseando que ellos sufrieran.



𝑬𝒍 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐|| Sehzade MehmedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora