Mehmed se encontraba sentado en su lujoso palacio, disfrutando de un apetitoso almuerzo junto a su amada esposa, Rabia. La mesa estaba adornada con exquisitos manjares y la atmósfera estaba impregnada de serenidad. Sin embargo, en un instante, la tranquilidad se vio interrumpida por un acontecimiento inesperado.
De repente, Mehmed dejó de comer y su rostro palideció. Sus ojos perdieron brillo y, lentamente, se desplomó hacia adelante, cayendo sin fuerzas sobre la mesa. Rabia, alarmada, soltó un grito y corrió hacia él.
—¡Guardia! ¡Guardia! ¡Trae un médico inmediatamente! ¡El sultán se ha desmayado! —exclamó Rabia con desesperación, su voz resonando por los pasillos del palacio.
Un guardia, alertado por el grito angustiado de Rabia, se apresuró a cumplir sus órdenes y corrió en busca de ayuda médica. En pocos minutos, un médico experto fue conducido apresuradamente hasta la escena. Con profesionalismo, el médico comenzó a examinar a Mehmed, intentando determinar la causa de su desmayo repentino.
Después de un tiempo que pareció interminable, el médico se apartó de Mehmed con una expresión sombría y preocupada en su rostro. Rabia, temblando, se acercó al médico y le preguntó con ansias:
—¿Qué le sucede a mi esposo? ¿Está bien?
El médico, con mirada compasiva, reveló la desgarradora noticia.
—Lamentablemente, su majestad ha sido afectado por la lepra. Es una enfermedad grave y debemos tomar precauciones inmediatas.
Rabia se llevó una mano a la boca, incapaz de contener su asombro y horror. La noticia la golpeó con fuerza, y el miedo se reflejó en sus ojos. La vida tranquila y lujosa que compartían de repente se desmoronaba ante sus ojos, y el futuro se volvía incierto.
ESTÁS LEYENDO
𝑬𝒍 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐|| Sehzade Mehmed
Fiction Historique"Él príncipe de corazón noble.", "Él digno de ser sultán.", "Él que posee un corazón de oro." Se supone que era la mansa oveja del rebaño, el inocente, al que él mundo le hizo daño. Solo era el inocente principe que tuvo la mala fortuna de nacer en...