24|Empieza la guerra.

264 32 0
                                    

Dos semanas después, la boda de Esmehan se llevó a cabo en el palacio otomano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Dos semanas después, la boda de Esmehan se llevó a cabo en el palacio otomano. Sin embargo, en lugar de lucir feliz, la joven princesa parecía más como una sombra de sí misma, marcada por la tristeza y el peso de un matrimonio impuesto. El esposo, un hombre mucho mayor que ella, parecía indiferente a la situación, más interesado en las alianzas políticas que en la felicidad de la novia.

A pesar del evidente descontento de Esmehan, Rabia no mostraba preocupación. La estrategia de la valide era clara: asegurar alianzas y poder para su familia. Planeaba anular la boda en el futuro, permitiendo a Esmehan casarse por amor una vez que alguno de sus hijos estuviera en el trono. Pero en ese momento, los sacrificios personales eran necesarios para alcanzar sus ambiciones.

En otro rincón del palacio, Kosem y Hurrem observaban con desdén la celebración. Para ellas, la boda de Esmehan era una falta de respeto total, una ofensa a la memoria reciente de Murad. El cadáver aún no estaba frío, y Rabia llevaba a cabo una festividad que parecía ignorar el luto que envolvía al palacio.

—¿Cómo puede Rabia ser tan insensible? —murmuró Kosem, con frustración y enojo evidentes en su voz.

Hurrem asintió, compartiendo el sentimiento de indignación.

—Esta boda es una afrenta a la memoria de Murad. No puedo creer que Rabia esté dispuesta a sacrificar el respeto por el poder.

La alianza entre Kosem y Hurrem se fortalecía en su desaprobación compartida por las acciones de Rabia. Mientras la boda se celebraba con pompa y circunstancia, el palacio otomano se encontraba sumido en un conflicto interno, dividido entre la ambición despiadada de la valide y la angustia persistente por la reciente pérdida de Murad.

Media hora tarde, Mustafá y Rafat hicieron una entrada impactante en la boda de Esmehan. Los detalles rojos en el vestido de Rafat llamaron la atención de todos, generando un murmullo de sorpresa y especulación entre los presentes. El inusual toque de color en medio de la solemnidad de la ocasión no pasó desapercibido, y las miradas se centraron en Rafat mientras avanzaba con determinación.

Mustafá, acompañando a su hermana, captó la atención de todos cuando anunció en voz alta:

—Presentaremos un obsequio especial para la novia en este día tan especial.

La curiosidad flotaba en el aire cuando Esmehan, desconcertada, preguntó qué era ese regalo. En ese momento, la expresión de Rabia cambió por completo al ver lo que traían consigo Mustafá y Rafat.

Con solemnidad, los hermanos dieron paso al cuerpo de Aslan y Mehmed, cuidadosamente dispuestos en una especie de ofrenda macabra. La sorpresa y el horror se reflejaron en los rostros de los presentes, mientras el silencio se apoderaba de la sala de celebración.

Rabia, impactada al ver a sus hijos de esa manera, luchó por contener la conmoción que se apoderaba de ella. La tragedia se había infiltrado en la boda, recordándole a todos la oscura realidad que envolvía al palacio otomano.

Esmehan, entre lágrimas y horrorizada, miró la impactante escena ante ella. La celebración se convirtió en un sombrío recordatorio de las consecuencias de las decisiones tomadas en nombre del poder y la ambición. El destino de la familia otomana seguía marcado por la tragedia, y la venganza de Mustafá y Rafat se había manifestado de una manera impactante y cruel.

—¿Qué han hecho? ¡Devuélvanme a mis hijos!

Rafat, sin inmutarse ante la furia de Rabia, respondió con frialdad:

—Usted nos quitó a nuestro hermano. Esto es solo justicia.

Rabia, mirando con odio a Rafat, espetó:

—Has desatado una guerra que no podrás ganar, Rafat. Mis acciones han sido por el bien de la familia, pero ahora enfrentarás las consecuencias.

Kosem, interviniendo para calmar la tensión, señaló con firmeza:

—Rabia, tú fuiste quien inició esta guerra al sacrificar el respeto por el poder. Ahora debemos afrontar las consecuencias de nuestras acciones.

La sala resonaba con la intensidad de las emociones y la gravedad de la situación. La guerra entre las dos facciones de la familia otomana se había vuelto inevitable, y la tragedia que se desencadenó en la boda de Esmehan marcó el inicio de un conflicto más grande que amenazaba con dividir aún más al imperio. Las sombras de la traición y la venganza se cernían sobre el palacio otomano, transformando lo que alguna vez fue un lugar de poder en un escenario de caos y desesperación.

𝑬𝒍 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐|| Sehzade MehmedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora