17| Ascensión al trono.

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Después del imponente funeral de Sultán Suleiman, el Palacio Topkapi se sumió en un luto solemne

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Después del imponente funeral de Sultán Suleiman, el Palacio Topkapi se sumió en un luto solemne. Mehmed, ahora el nuevo Sultán, se preparaba para su ascensión al trono en medio de la pesada atmósfera de pérdida y cambio.

La ceremonia de ascensión fue realizada con gran solemnidad y protocolo. Mehmed, con el turbante real sobre su cabeza y el cetro en la mano, recibió el respeto y las reverencias de los dignatarios y cortesanos presentes. Rabia, su leal consorte, estuvo a su lado, y la nueva realidad de liderar el vasto imperio otomano pesaba en los hombros del joven monarca.

A pesar de la majestuosidad de la ocasión, el dolor por la pérdida de Suleiman estaba fresco en los corazones de todos. Mehmed asumió sus responsabilidades con la seriedad que merecía, consciente del legado que dejaba atrás y de las decisiones cruciales que le aguardaban en el futuro del imperio.

La mirada de Kosem se encontró con la de Mehmed, y en esos ojos se reflejaba una mezcla de emociones complejas. Ambos se detuvieron en mitad del pasillo, conscientes de que la tensión flotaba en el aire.

—Mehmed, sultán ahora, pero siempre el príncipe que conocí —Kosem habló con un tono firme, pero sus ojos revelaban una profunda tristeza—. Las decisiones que has tomado han dejado heridas profundas en esta familia.

—Kosem, entiendo que las circunstancias han sido difíciles. Pero como sultán, debo priorizar el bienestar del imperio —Mehmed respondió, tratando de mantener la calma en medio de la turbulencia.

Kosem apretó los puños, luchando contra la marea de emociones que la embargaba.

—Mis hijos, Mustafá y Rafat, no solo ellos, también sus hermanos, Murad, Hande y Orhan , merecen un lugar respetado en esta dinastía. No los excluyas por decisiones pasadas.

Mehmed se tensó ante las palabras de Kosem, y sus ojos reflejaron una firmeza que antes no se había manifestado.

—Kosem, mientras tus hijos no interfieran con los míos, podríamos evitar más conflictos. El imperio no necesita divisiones internas.

Kosem lo miró con una mezcla de tristeza y resentimiento, como si las palabras de Mehmed fueran un recordatorio doloroso de la distancia que se había creado entre ellos. Aunque Mehmed había compartido una vez su vida y su amor con Kosem, ahora parecía distante, como si los hijos que habían tenido juntos no fueran parte de su presente.

La tensión en el pasillo persistió, y ambos se quedaron mirándose, conscientes de que las grietas en la familia imperial no eran fáciles de cerrar. La herida del pasado seguía latente, alimentada por las decisiones del sultán y las cicatrices del tiempo.

Mehmed se retiró de los pasillos, llevando consigo el peso de la conversación con Kosem. Al llegar a su nueva habitación, la sonrisa de Rabia lo recibió, iluminando su rostro cansado. Era un rincón donde la paz y la calidez familiar parecían esperarle.

Poco después, sus hijos se unieron a ellos, compartiendo felicitaciones y buenos deseos por la ascensión al trono de su padre. En el ambiente se respiraba una mezcla de orgullo y expectación por lo que depararía el futuro.

Mehmed, deseando sellar la unidad familiar, propuso una cena en la que todos pudieran disfrutar y celebrar juntos. La nueva Valide Sultan, junto a sus dos hijas, se sumaron a la invitación, junto con sus hijos. La cena se convirtió en un momento de alegría y camaradería, marcando el inicio de una nueva etapa para la familia imperial. En ese encuentro, las conversaciones se entrelazaron, y por un momento, el imperio pareció encontrar un atisbo de armonía en la diversidad de sus miembros.

 En ese encuentro, las conversaciones se entrelazaron, y por un momento, el imperio pareció encontrar un atisbo de armonía en la diversidad de sus miembros

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En los lujosos aposentos de los hijos de Kosem, Rafat compartió su frustración con sus hermanos

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En los lujosos aposentos de los hijos de Kosem, Rafat compartió su frustración con sus hermanos.

-Ni siquiera nos considera su familia.-expresó Rafat con amargura, refiriéndose a la actitud distante de su padre, Mehmed, hacia ellos.

 -Es como si nuestros lazos no significaran nada para él.-Dijo Murad con cierta mirada triste.

-Tal vez nunca fuimos realmente parte de su vida.-Hablo Mustafá.-Después de todo, solo el príncipe mayor es el que importa, los demás somos sustitutos.

Orhan, el benjamín, permaneció en silencio, pero sus ojos reflejaban la incomodidad que todos compartían.

 -Debemos encontrar una manera de hacerle entender que también somos su familia.-Dijo Hande mirando a sus hermanos.

Rafat se volvió hacia Hande con una expresión sombría.

 - Eso es imposible, Hande. Nuestro padre ya ha tomado una decisión, y no creo que podamos cambiarla.

Hande, la hermana menor, miró a Rafat con una mezcla de tristeza y aceptación, La sultana de cabello rubio, abrazo a la sultana de cabello pelirrojo, intentando darle un consuelo, sin duda, seria un tiempo muy largo para ellos.



𝑬𝒍 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐|| Sehzade MehmedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora