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El masaje tan arrebatador lo dejó largos minutos en la regadera, sus pensamientos iban entre enojo, asco por su persona y también los de decepción por haber sido infiel a su esposa. No comprendía en qué tipo de persona se convirtió ese día, él no era de dejarse llevar por la calentura pues muchas veces se vio en la necesidad de rechazar sexo por las circunstancias.

Sin embargo él era un hombre, no se trataba solo de una persona desconocida, se trataba de un hombre que lo había llevado a tocar el cielo y lo peor de todo es que quería más, o al menos ese fue su pensamiento cuando se corrió. Por un momento al ver esa erección bajo sus pantalones deseó que lo llenara con ella, que por primera vez fuera él el de abajo.

No, él no era homosexual. Pero sí no era eso, ¿Por qué desde el principio el hombre lo hizo sentir de esa manera? Sí era completamente sincero, era el hombre más apuesto que había visto en su miserable vida. Estaba dentro de un dilema, un mundo ahora lleno de contradicciones, su cuerpo e instinto actuaron por él, ¿Podía culpar a eso sin sentirse una mierda? Cuando el baño se dió por terminado y se vistió con la ropa que llegó ya no estaba el hombre que tenía por nombre Oh SeHun. Eso hacía su huida más sencilla, corrió a la salida y al buscar la habitación de su esposa ella se encontraba saliendo con una enorme sonrisa.

— ¡Amor! ¿Qué tal estuvo el masaje? ¿Te gustó?

Mierda. Le costó pero dió un asentimiento, no mentía después de todo. Ella sonrió y se colgó a su brazo, esa acción le dió una incomodidad severa por la follada que le dió a su culo ese hombre minutos atrás. Nada nunca había entrado por ahí hasta ese día, solo habían sido dedos y por eso se preguntaba cómo los homosexuales lograban caminar después del sexo, el miembro viril de un hombre era más grueso y largo. Poco después de esa conversación mental casi se da una facepalm por seguir ahondando en el tema.

— ¿A ti como te fue?

— Estuvo bien, realmente los masajes son en toda la zona de la espalda más que nada. Por eso me sentí segura, además conversamos. La empleada me contaba sobre sus hijos y familia, fue muy dulce.

LuHan asintió como robot, fingiendo una sonrisa y aún con ese dolor agudo en el culo. Xiaotong lo dirigió al empleado que se encontraba en la recepción y programó otra cita para los dos por más que su esposo se negara. Al final se dió por vencido, lo único que quería era irse y no volver a pisar el piso del lugar pero para su sorpresa el hombre apuesto que lo había hecho gemir minutos atrás ingresó con la respiración agitada, justo cuando ellos apenas iban saliendo del local, por lo que se vieron en la necesidad de frenar su paso.

— Señor Lu, olvidé entregarle esto.

Le entregó una tableta de pastillas que no supo para qué eran con exactitud, aunque se imaginaba y por eso las aceptó.

— Con un par será suficiente. Espero verlo de nuevo por aquí señor Lu.

LuHan asintió cabizbajo, con la mirada en otro sitio que no fuera ese asombroso hombre que con la luz del exterior parecía tener brillo propio. La mujer asintió amable y se retiraron con un “gracias por todo”. Xiaotong durante todo el camino habló sobre volver la semana próxima y él después de haber masticado un par de pastillas como le fue indicado gruñó ante la idea.

— Ese lugar es horrible.

— Dijiste que te gustó. — Reclamó bufando.

— Sí pero no para volver.

— Si no lo haces tú, lo haré sola.

— No, no irás sola.

— Por eso iremos juntos. — Remató con una sonrisa victoriosa.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora