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SeHun siempre fue un hombre muy práctico en cuanto a su vida personal respectaba y por eso disfrutaba de las cosas simples de la vida, no tenía el más lujoso departamento porque no tenía el mejor empleo, pero era bueno en ello, así que dejarlo no estaba entre sus opciones. Después de todo al vivir en un país desconocido, nunca lo hizo merecedor del mejor trato por las personas, y los masajes en Oasis en lugar de ponerlo en un lugar vulnerable frente a su cliente, era todo lo contrario, ellos se quitaban la ropa y se dejaban hacer sin conocerlo. Obviamente poniéndolos en una situación vulnerable y de esa forma no sería atacado verbalmente en su trabajo.

Siempre fue profesional en su trabajo. Era un hombre gay declarado así que ver mujeres con poca ropa o a veces sin nada encima no le provocaba nada. Ellas se le insinuaban pero él jamás pasó de lo profesional, sereno seguía con su trabajo. En cuanto a los hombres no hubo tampoco un verdadero problema, y sí, admitía que muchos hombres eran sumamente atractivos y tenían un buen cuerpo. Sin embargo ninguno fue un verdadero problema para él, no tuvo erecciones accidentales, ni nada por el estilo, pues eran un hombre racional y no muy dado a tener aventuras fugaces.

Su vecino Baekhyun era también un coreano en el país erróneo. Muchas veces se lo encontraba afuera de su departamento o fuera del edificio, no trabajaba muy lejos en una cafetería.

Algunas veces bebió café del lugar y debía admitirlo, ese hombre era muy hermoso. Sin embargo, no le daba verdaderos motivos para cortejarlo, porque a pesar de ser el hombre más bonito que haya conocido, no sabía si realmente era lo correcto o si solo era un gusto pasajero. No se veía con él en una relación amorosa, y el sexo, por más que lo extrañara, sabía cuanto hería a las personas cuando no se hacía con responsabilidad. Bebió un trago más de su café y en ese momento Baekhyun se aproximó con una linda sonrisa.

— Hola SeHun, ¿Qué tal estuvo?

— Excelente, tenías razón. Salir del café americano de vez en cuando no es tan mala idea.

— ¡Te lo dije! — Su sonrisa de niño le provocó sonreír de la misma manera.

— ¿Quieres que salgamos después del trabajo?

— ¡Claro! Ya casi termino, solo hago el corte, lo prometo.

Cuando el chico más joven lo dejó para terminar con sus deberes en el trabajo, SeHun salió del negocio para fumar un cigarrillo y esperarlo. Todo era paz y tranquilidad, sentía que su vida iba en una buena dirección pues a pesar de carecer de personas a su alrededor o de lujos, después de dejar su hogar en Corea del Sur sintió que su vida finalmente comenzaba. Había dejado su antigua vida donde tenía que vivir cuidándose del que dirán y su familia por más que lo presionó a fingir ser un hombre heterosexual funcional, no pudo soportarlo más.

Todos tenían un límite y se dió cuenta de sus límites cuando el chico que más amaba, que también era su mejor amigo de infancia decidió dejar lo que tenían para casarse con una hermosa chica de buena familia. Ni el sexo, ni el amor importaba para la sociedad en la que vivía, lo importante eran las malditas apariencias. Le dió una calada al cigarrillo y pensó con pesar en el pasado, no estaba triste y llorando pero si le daba una mala sensación en su interior cuando echaba un vistazo a su pasado.

— Aquí estoy. — La sonrisa tímida del chico bonito logró captar su atención y hacerlo tirar lejos el cigarro aún humeante.

— Vamos.

Caminaron uno al lado del otro, si pudiera describir lo que sentía por ese niño bonito se le llamaría cariño, le gustaba ver sonreír a Baekhyun y también le gustaba ofrecerse para ayudarlo, de alguna manera se dedicó a ser siempre el que se mantuviera a su lado. Lo conoció hace un año aproximadamente, justo cuando se mudaba al departamento y desde entonces los saludos cordiales, sonrisas coquetas y la ayuda nunca faltó por su parte.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora