🍓━━CHAPTER I.

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B

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B.B

   —Caray. Qué extraño.

La arenosa voz de Beth Quinn gorgoteo a su izquierda, al compás de su veloz mano paleando la superficie de un contenedor de helado, no teniendo el tiempo suficiente para atender la demencia (se rumoreaba) de la delgada viejecita hundida en el umbral de su humilde puestecito de flores.

De las cuales, Bobby, era terriblemente alérgica, así que la distancia era tan importante como hacer que los botes se vaciaran antes del anochecer, que por ése lado no había ningún problema al respecto pues todos volvían por una doble ración, lo que pasaba en su mayoría a inicios de Pascua cuando el clima medio empeoraba. Bobby se mantenía en un extremo de la entrada y Beth al otro, aromatizando la escalinata a la plaza chocolatera.

La cola a los helados artesanales de la familia Baker estaba desaliñada, amontonada de niños –sus principales clientes– desesperados por una cremosa porción de la mercancía, así que el lujo de ponerse a costillar con su "mejor amiga de chismes" semanales no estaba ni de chiste en volverse una primordial opción.

—¿Otra vez el pequeño lustrador, señora Quinn?

Resoplo acomplejada, solía distraerse fácilmente por cosas tan corrientes como el paso veloz de un gato y si no podía mantener el cerebro quieto en un tema que alimentara sus dudas, pronto estaba cosechando crisis sobre otra.

Era un dolor olímpico de nalgas.

Y la anciana parlanchina, quien se quejaba unas treinta veces al día por situaciones desfavorables que incluso Bobby pasaba por desapercibida, no daba el brazo a torcer por unos minutos de pleno silencio.

—Nah-ah. No, no—dijo casi cantando y rompió otra nuez con sus grandes manos flaquitas—. Ésta vez es un muchacho.

—¿Un muchacho? —Vaciló riendo, rellenando el segundo barquillo, dos distintos sabores y se aseguró que así fuera el pedido antes de entregarlo—. Éste pueblo tiene muchos, Beth.

—Sí, pero no creo que todos bailen así de feo —indicó una vez más, luchando porque Bobby formara parte de ése público conformado por Beth y unos cuantos ojos curiosos cruzando el paso—. Dios mío allá en el cielo y en la tierra. ¿Qué diablos hace?

—Los chicos hacen muchas cosas. ¿Tienes dos monedas, linda?

Balbuceo con mesura buscando cambio en los bolsillos del delantal estratégicamente bien apretado a su cintura, porque todo de le caía y su suspiro desinteresado la premió con la despedida de ésta amable niña dándole el dinero sobrante, rompiendo con la errática labor de Baker.

Bufó, victoriosa, contando los últimos tres clientes de la segunda jornada del día. Para ser mediodía de lunes, la hora pico estaba desbordada, lo que normalmente sucedía en las tardes de viernes y eso parecía más razonable que en un lunes de maratón labora. Odiaría por siempre los lunes.

BON APPÉTIT ━━ Wonka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora