🍓━━CHAPTER XI

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De alguna manera, Willy se las arreglaba para aparecer y desaparecer como las abejas en plena estación invernal sobre la humilde floristería de los Quinn.

A una extraña y perfecta coordinación.

Y seguía siendo, en algún punto poco ortodoxo de toda ésa situación, divertido e ingenuo. Que si pestañeaba para sugestionar su siguiente movimiento, él ya se había ido al Norte de la ciudad o al otro extremo de la calle metiéndose a los conductos subterráneos de la isla. Algo demasiado antihigienico para alguien que se estaba lavando frecuentemente las manos debido al continuo contacto con su mercancía, ésa era Bobby.

Intentar preguntárselo parecía imposible, aunque Willy siempre parecía dar el brazo a torcer, simplemente se dejaba llevar por la lógica que le ofrecían los escenarios que se armaba el chico todos los días en los que Bobby también estaba por ahí.

A parte de ver a un adulto joven enamorar las lenguas de todos al grado de oírlos cantar por la experiencia gastronómica, también veía un gato encerrado sosegado por la esperanza de una buena venta de chocolates alucinantes.

Tal vez pensarlo en increíble exceso tenía sus frutos, porque tampoco quería meterse en esos asuntos y la pierna rota de su papá era un buen estimulante a mantener la distancia todo el—en palabras de Bobby—estúpido tiempo.

Así que, como la buena ciudadana que pretendía parecer, meneaba los talones cruzados con el trasero aplastado en un banquito viendo a Willy Wonka hacer el ridículo algunas veces, otras veces simplemente decía halagos y al igual que un pan recién salido del horno, sus dulces se esfumaban en cuestión de minutos.

Y es que ni siquiera era un ameno secreto de la misma población el que los dulces de Willy fueran una finura tan exquisita que, metafóricamente hablando, te hacían ver duendes y oír los latidos del océano. O eso dijo Beth el lunes anterior en que Bobby la visitó en su casa y jugaron póker apostando uvas.

Personalmente y viniendo de ella, de Bobby, seguía sin darle a lugar a las disposiciones de sus más fieles testigos, a sabiendas que Noodle fue a decirle tan contenta que pensaba más rápido gracias a una nube tormentosa con sabor a cacao, tachar de dementes a todos era fácil sin creerlo.

Lo que no le convenía al recordar como un montón de personas se amontonaban contra otras cuando flotaron de la nada tras ingerir chocolates.

Podría caer en el flechazo colectivo, pero evidentemente no estaba dispuesta a comer productos Wonka entonces que las cosas se habían disparado con toda la policía cerca; necesitaba estar serena y literalmente con los pies en la tierra, su negocio era una reliquia y no pensaba hacerlo de lado cuando su papá más la necesitaba en momentos tan desesperados.

—¿Tomando un descanso?

Odiaba el tranvía en la hora pico de un agradable viernes donde la gente buscaba ofuscarse de compras con tal de no salir el sábado ni domingo, pero a falta de víveres se vio en la necesidad de arriesgarse e ir por las compras de la semana.

BON APPÉTIT ━━ Wonka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora