Bobby Baker comprende que no ha alucinado desde su última alergia, por lo que es aterrador ver como la nueva competencia de Galerías Gourmet llega al pueblo intentando enamorar las papilas de todos con alucinantes dulces mágicos.
🏅5 on #Wonka202...
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B.B
Tienen que rodear una cuadra para volver por el carrito antes de perderse en una discusión a cerca del estado de Willy, porque Noodle lo amenazó si se atrevía a meterse entre la ropa limpia con la cabeza mojada, así que para Bobby fue potencialmente peligroso verlo con la toalla en la cabeza todo el tiempo, a sabiendas que —mutuamente— iban distraídos pudieron caer de verdad en la otra calle, cosa que no pasó.
Entonces los miró discutiendo a cerca de eso, oscilando entre ambos mientras luchaba con sus propias ganas de balancearse más en frente y tratar de descifrar los asuntos que los tenía tarde por la noche. Sobre todo porque Willy estaba con una niña que ni bien la policía pudo quitarle.
Sospechoso en todas sus formas. Pero aun así no sembró su opinión, por más derecho que tuviese por que conocía a la adolescente de años y prácticamente era como su hermanita al lado de un letrado en dulces que parecía más cuerdo de sus problemas que del sitio donde estaba.
No iba a irse tan sencillamente a pesar de la abismal confianza que Noodle le estaba demostrando.
Es decir, Bobby tenía sus razones para amigarse, pero desconocía la forma con la que Wonka era con el resto. Le tembló el estómago.
Que, a pesar de la racha bien demostrada, no estaba segura de ése punto. Parecían amigos de años con cada gesto corriente, pero todo era cuestionable con Willy cerca, acechando sin hacerlo realmente.
—Menciona a esa pulga otra vez y no saldremos por otra semana, Willy —vio que Noodle lo apuntaba y éste se reía.
—Ah, ¿no me crees? —Le retó—. Un día de estos atraparé a la pequeña sanguijuela, lo juro. No tarda en llegar, siempre me encuentra.
Ella chisto mirándose con Bobby notablemente confundida por lo que se decían, hundiéndose de hombros para que lo supiese.
—¿Tú le crees?
Lo señaló con el pulgar y Bobby se guió a con Willy viendo su propio andar, sudando tan rápido de sus manos cuando éste giró a verla y las pupilas le brillaron bajo el faro roto de la calle.
Era intimidante hasta cierto punto, pero tenía lo suyo. Acuarelas por ojos, por ejemplo y Bobby adoraba los arcoiris.
Tartamudeo en un tiempo récord que Noodle vio extraño arrugándole toda la frente, intercambiando miradas con el muchacho divirtiéndose de momento con el espontáneo tormento de su allegada. Bobby se las ingenió para no perder la cabeza ahí mismo, con el colorete quemando en sus orejas.
Diría que fue el frío.
—Depende —carraspeo jugando con el manubrio del cochecito de helados—. Qué... ¿De qué estaban hablando?
