Bobby Baker comprende que no ha alucinado desde su última alergia, por lo que es aterrador ver como la nueva competencia de Galerías Gourmet llega al pueblo intentando enamorar las papilas de todos con alucinantes dulces mágicos.
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W.W
Depender de la amabilidad de la gente constantemente cubría el mismo problema, pero algo le decía que ésa vez simplemente fue casualidad terminar en las manos más amables de la ciudad. Sin embargo, eso no hizo que dejara de desear ver el tiempo transcurrir más rápido, ignorante al proceso de una nevada espontánea con las que tenía que sufrir la bahía medio año. Confió en que Bobby no lo arrojaría dentro de un canal para ropa y lo obligaría a hacer helados por el resto de sus días, y dejándose ir a su lado también incluyó la idea de dejar perderse.
Nada nuevo, en realidad.
La distancia es evidente tras cada paso marcando el sendero, puede ver la ciudad armarse entre picos y relieves planos alzando los techos de la ciudad dejándola tan atrás como se alejan. Saliendo del centro bajan un sendero de piedra hilando peldaños firmes y deformes que los arroja a una estrecha calle de tres metros, caminar se vuelve tedioso conforme el obstaculizado callejón se rellena de tachos y cacharros, brincan la distancia entre el suelo y la barda alta que se encuentra al final.
No duda en aceptar sus manos cuando Bobby se las da ayudándolo a dar un saltito corriente, a cuestas de la poca luz que mece al barrio a donde han llegado de pronto.
Canturreo fascinado, enganchándose a la idea de que la osadía turística podría servirle en un futuro; primera vez estando en esos lares.
—Willy, corre.
Respingo enfocando la vista, trazando zancadas en el fango seco justo por donde Bobby pisaba, luchando con su memoria cada vez que perdía los pies de Baker entre las sombras que se levantaban torpemente a su disposición siendo difícil quitarse cada copito estrellándose entre sus pestañas, trompicando los talones.
La incertidumbre revovino alguna especie de duda con la que no encontraba principio ni fin en aquella caminata haciéndose eterna, decidiendo callar a su subconsciente cuando Bobby dobló una esquina y en hurtadillas forzó la trampilla de una ventana abriéndose de par en par brillando entre sus cristales empañados, agradeciendo a gritos desde el fondo de su mente.
Ya era suficiente pasar la noche haciéndose el valiente, realmente moría por meter las manos dentro de un leño quemándose hasta derretirse.
—Aquí, sube.
Casi corre cuando le indicó suplicando que lo hiciera, piso donde ella le dijo y apoyándose del alfaizar se impulsó por el marco, volando por encima de un mueble que parecía ser una cama tras perder el equilibro, yéndose hasta el suelo, rodando y chocando con una cajonera que tambaleo tras un tremendo golpe.
—¿Todo bien?
El tambaleo de los objetos fue lo que pareció alarmar a Bobby desde afuera. Willy asintió rápido como si ella pudiese verlo entre las penumbras y se levantó de un salto viéndola desde afuera.
