CAPITULO 8

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Cinco años después. La región del sur estaba en peligro debido a los ataques de

renegados y humanos aliados del alfa Edon.

Varios alfas y lunas que fueron en representación de sus alfas que estaban en guerra o

cuyas manadas estaban bajo ataques, se presentaron en el reino del amanecer para implorar ayuda a la reina. Los atendió la Beta Maya. La luna Eurides lo invito a una reunión de alfas en la mansión de la manada azul para buscar la manera de detener los ataques contra los hombres lobo. Maya les informó que pronto tendrían respuesta. Mientras se estaban retirando, Eos entró corriendo y chocó con una señora.

-Disculpe usted, señora, no fue mi intención tropezar.

Eurides tomó la mano de la niña con cariño, pero su cuerpo se estremeció. De alguna

manera, sentía que llevaba su sangre. Además, esos ojos azul cielo eran iguales a los de su hijo cuando era un infante. Con timidez, le preguntó:

-No pasó nada, ¿te has lastimado?

-No -respondió con unos ojos chispeantes.

-¿ Cómo te llamas? -Soy la princesa Eos Vilkas.

-Qué hermoso nombre, Eos -con una cálida sonrisa siguió preguntando -. Tus padres,

¿cómo se llaman?

-Solo tengo madre, y es la reina de la manada Amanecer.

En eso llegó corriendo una de las cuidadoras de la niña y la tomó con delicadeza por las manos.

-Princesa, no corras de esa manera. Tu abuela te está buscando -la chica dibujó una sonrisa en su rostro y le dio la espalda a Eurides, llevando a la niña con ella.

Eurides caminó hacia el carro que la esperaba y se introdujo en él. En el camino a la manada, no podía dejar de pensar en esa niña que llevaba su sangre. Estaba decidida a averiguar la verdad. Días después, Eurides mandaba comunicados constantes solicitando

la presencia de la reina en las tierras del sur para que apoyara a las manadas de esa

región que habían sido despojadas de sus tierras y para evitar más masacres a manos del cruel Edon.

Un día recibió un comunicado en el que le informaban que la reina personalmente

asistiría, acompañada por su beta y la princesa Eos. Las reuniones de alfas se llevarían a

cabo en la manada del alfa líder de la región. Eros sería el anfitrión, ya que había brindado ayuda a pequeñas manadas para liberarse de los hombres de Edon.

Se reunirán durante dos semanas para crear estrategias destinadas a expulsar a los renegados y alfas traidores de la región, y para encontrar formas de proteger a las manadas que habían quedado debilitadas.

En la manada Amanecer, todos se prepararon para salir. Danna estaba pendiente de Eos.

-¡ Cachorrita! Estoy en contra de que vayas con nosotros. Es peligroso para la pequeña princesa. La abuela Hécate cuidará de ti muy bien. Además, tendrás un reino que cuidar

-Mami, no te preocupes por mí. Zeus sabe cuidarme. Además, la señora de blanco me dijo que yo debo ir contigo para ayudar a estas tierras -soltó con una voz tierna.

Danna abrazaba a su hija, mientras algunas lágrimas rodaban por su cara. No comprendía

por qué la diosa Selene quería que su hija viera al desgraciado de su padre. Ella dio un gran suspiro y soltó a su hija para seguir acomodando las cosas.

Al día siguiente, por la mañana, tenían todo listo. Viajarán en cinco carros: uno con la reina y la princesa, otro con Maya; en otro, blindado como una jaula, llevarían a Zeus y a Memnón, dos de las bestias, y los otros dos carros serían de guerreros.

En el carro, la reina hablaba con su hija.

-¡ Eos! ¡Mi cachorrita! Si estás en peligro, inmediatamente te subes al lomo de Zeus o Memnon y huyes. Debes prometerme que estarás resguardada. Recuerda que los renegados de mal corazón son más ágiles que cualquier lobo -Danna instruyó mientras su hija asentía con la cabecita.

-Está bien, mami -colocó las dos manitas en el rostro de su mamá -. Me monto sobre Zeus si algo pasa.

Danna miró a su niña con ternura. Tenía claro que no iba a hacer diplomacia. Primero, ayudaría a eliminar a los traidores lobos y luego buscaría justicia por lo que le hicieron.

Cuando llevaban varias horas de camino y estaban relativamente cerca de la manada azul, se escuchó un aullido de advertencia. Danna gruñó molesta y sacó a su hija en sus brazos del carro.

-Es una emboscada, Danna. Se acercan como unos cincuenta renegados -le informó Maya.

Danna caminó al carro de las bestias y las liberó. El gran Zeus se inclinó ante su reina.

-Zeus, protege a Eos con tu vida. Si ves que las cosas están feas, llévala de regreso a las montañas del reino Amanecer.

Zeus aulló, y Eos escaló sobre él. Danna dio la vuelta y ordenó a sus hombres que se pusieran en guardia.

En ese momento, Danna se quitó la ropa y permitió que Hedé emergiera, la loba de Maya Huldra se posicionó a su lado.

Justo en ese instante, un grupo de lobos aparecieron, lanzando aullidos al viento. El líder de los renegados esbozó una sonrisa malévola, dejando al descubierto sus horribles y afilados dientes.

-Miren quiénes vienen a visitar nuestras tierras. La reina del amanecer. Tienes un olor exquisito. Serás una buena ofrenda para Edon, pero antes serás nuestra loba -pronunció con un tono burlón y amenazante.

Hedé gruñó furiosa. Esos lobos se veían siniestros. Ella aulló, y detrás de las camionetas aparecieron el gran Zeus y Memnon. Memnon se colocó frente a las mujeres.

-¿ Qué ...? ¿Qué es esto? ¿Son fieras salvajes? ¿Cómo hiciste eso? -dijo el lobo, mirando molesto a Hede y ordeno - :Ataquen

En ese instante, el líder de los lobos arremetió contra Hedé. El animal demostró agilidad, pero Hedé lo sujetó por el cuello. No obstante, el lobo logro clavar sus colmillos en una de las patas de Hedé, causándole una profunda herida.

Justo en ese momento, los ojos de Hedé se tornaron rojos y unas pezuñas afiladas como navajas emergieron de sus patas, comenzando a hundirse en el cuerpo del lobo. Eran filosas y letales; a pesar de los esfuerzos del renegado por liberarse, resultó inútil.

Hedé le arrebató la vida al quitarle la cabeza. En cuestión de minutos, los renegados fueron masacrados sin piedad. En ese instante,

Danna también se transformó, revelando una herida sangrante en su pierna izquierda. Justo en ese momento, Zeus llegó y se agachó junto a ella. Eos descendió de su lomo y pasó sus pequeñas manos sobre la herida de su madre, en un gesto lleno de ternura pronunció.

-Sana, sana, la piernita de mamá. Tienes que sanar ya. En ese momento, la pierna de Danna dejo de sangrar y la herida se fue cerrando.

-Taran, taran, mami, estás curada -soltó una vocecita entusiasmada.

Danna se incorporó y le dio un beso de amor a su hija.

-Sí, mi cachorrita, gracias a ti -con una cálida mirada tomó la mano de su hija.

Danna comenzó a examinar a sus hombres. Solo cuatro heridos, a quienes la niña ayudó a sanar.

DANNA, La Alfa Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora