CAPITULO 40

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Gina, abrumada por una intensa sensación de vergüenza, hizo un esfuerzo sobrehumano por apartar la mirada de esa loba, cuyo cuerpo estaba completamente desnudo. Sus pies parecían enraizados en el suelo y no sabía qué hacer.

-¿ Por qué me haces esto después de invitarme a tu habitación? Luego me tratas mal, Gamma Ares, no merezco que me trates así, no es de caballeros-balbuceó Helena mientras se colocaba la vestimenta.

Ares solo fijó sus ojos en la pequeña joven que estaba en la pared del frente de su habitación, No entendía por qué ella estaba allí, pero notó que su mirada se movía de arriba abajo en un gesto inquieto. Frunció las cejas, y tras un profundo suspiro, expresó a Helena su desconcierto en voz alta.

-¡ Helena! ¿Quién te dijo a ti que soy caballero?

Te has fijado que comandó a un grupo de guerreros, mejor márchate no quiero seguir perdiendo mi tiempo contigo.

Helena lo fulminó con una mirada cargada de rabia y camino por el pasillo esparciendo chispas de enojo.

Ares se recostó del umbral de la puerta y cruzó sus manos mientras clavaba sus intensas esferas verdes en Gina y, con una voz grave y varonil, expresó.

-¿ Qué haces allí parada? ¿Viniste también a hacerme compañía?

El rubor en las mejillas de Gina se intensificó, pasó por su mente. "Él me considera como otra loba libertina". Se sentía abrumada por la intensidad de su mirada, lo que la dejó notablemente intimidada.

Inhaló profundamente varias veces para reunir el coraje necesario y, finalmente, con un toque de timidez en su voz, dijo.

-Gamma Ares, disculpa que esté aquí. Es que ... bueno, yo tomé el atrevimiento de venir hasta aquí para disculparme por mi comportamiento en el campamento.

Ares notó sus mejillas sonrojadas y cómo se frotaba una mano con la otra, de forma juguetona le soltó.

-¿ Esta vez eres tú quien quiere aprovecharse de mí? Si es así, puedes entrar a mi habitación y te perdono.

Gina abrió los ojos como platos y con una mueca de disgusto se le acercó.

-Mira, lobo roñoso -Comenzó decir con un tono desafiante, pero decidido -. No todas las lobas de nuestra categoría somos iguales. He venido aquí solo para ofrecer disculpas por mi reacción ese día, cuando me llamaste omega.

Ares soltó una carcajada mientras estiraba sus brazos y se incorporaba para dar unos pasos hacia ella.

-¿ Te pusiste así cuando te llamé omega? No te creo. Además, ¿Cómo querías que te llamará si ni sé tu nombre? Te doy un consejo: no te menosprecies porque seas omega. En mis tierras, todos los lobos somos y nos tratamos iguales.

Ares estaba a pocos centímetros de ella y la detalló, estaba impresionado por su belleza dulce y tímida. Pero sus ojos grises reflejaban tristeza.

Con cuidado, estiró sus dedos y rozó sus nudillos por su mejilla, para susurrarle con voz suave pero varonil.

-Pero si quieres acompañarme, no tengo problema. No es porque seas una omega, sino porque eres una joven muy linda y tímida.

Gina, al sentir esos dedos rozar su cara, se alarmó. Desde que pasó lo traumático en su vida, no ha permitido que ningún hombre la toque. Con voz temblorosa, respondió.

-Nunca en mi vida vuelvas a hacer eso. Ya te dije que no soy como las demás lobas. Ya me disculpé, así que me retiro -salió casi corriendo de allí.

Ares observó el desespero en sus ojos e inquieto la vio desaparecer por el pasillo. Se giró, cerró la puerta de su habitación y salió detrás de ella.

Desde arriba de las escaleras, lo vio salir de la mansión y decidió seguirla.

Gina salió de la mansión y caminó hasta su lugar preferido. Se sentó en una banca rodeada de árboles frutales. No quería que su madre la viera llorar; en ese pedacito de lugar se sentía libre.

A lo lejos, miró a los guardias y aprovechó para abrir el vínculo con su loba. Desde que pasó la tragedia, dejó de ser una loba alegre y traviesa que saltaba por el bosque. Ahora, pocas veces había querido salir.

-Tea, mi lobita amada, me alegra verte. No estés triste, es mejor así. Ese lobo roñoso no nos merece -la lobita estaba acostada con la cabeza sobre sus patas delanteras. Gina continuó -. Mejor ven, salgamos a dar un paseo corto. Hace

tiempo que no estiras tus patas.

Gina se levantó, dio unos pasos hacia el bosque, se quitó la ropa al pie de un viejo roble y se transformó en una lobita blanca con manchas negras. Se quedó allí, caminando de un lado a otro, pocas veces se alejaba de ese sitio.

Ares, quien la había seguido, notó su mirada perdida y pasó por su mente: "Algo te pasó y voy a averiguar qué fue".}

Al verla desnudarse, tragó en seco. Le pareció la cosa más hermosa que había visto en su vida. Luego la vio convertirse en

una pequeña lobita.

-Déjame salir -lo interrumpió Orión y se transformó inmediatamente. Dio unos cuantos pasos hacia la loba. Tea, al ver al inmenso lobo negro acercándose hacia ella, dio unos pasos hacia atrás por miedo.

Orion, para no asustarla, se echó en el suelo con la cabeza reposada en la tierra. Tea, abrumada por el miedo, se sintió paralizada.

Después de un momento de no saber qué hacer, finalmente decidió emprender una carrera a toda velocidad a través del bosque.

Orion se levantó, sacudió su negro pelaje y corrió detrás de ella. Solo quería asegurarse de que estuviera bien. Cuando Tea llegó al río, de repente un renegado se abalanzó sobre ella, pero la ágil loba lo esquivó de inmediato.

Esto la asustó aún más, ya que se suponía que los renegados maliciosos habían sido eliminados.

Pasó por su mente: "Pero, ¿Cómo están de nuevo aquí?".

Cuando estaba a punto de seguir corriendo, vio cómo una enorme sombra pasó sobre ella y atacó al renegado con fuerza, destrozándolo en cuestión de segundos.

Tea se quedó petrificada mientras observaba al lobo negro protegerla. Orión, después de matar al renegado, se acercó a la loba estática y la tomó en sus gruesos y peludos brazos.

La acomodó en su pecho mientras emitía un gruñido suave, tratando de reconfortarla.

-Tea, ¿Qué haces? Vamos a la mansión - protestó Gina molesta por el enlace. Tea no le respondió y simplemente se dejó acariciar por Orión. Le pareció terriblemente tranquilizador estar así.

Él la había protegido, era su héroe, y dejó que su aroma lo envolviera. Gina no podía creer que esa loba tonta hiciera eso. Furiosa, le expresó,

-Muévete, vamos a la mansión. Mi mamá debe estar preocupada.

La lobita se removió en el peludo pecho, se despegó de Orión y le dio la espalda caminó unos pasos. Antes de correr volvió la cabeza hacia atrás con tristeza, hizo una mueca de despedida y salió a toda velocidad.

Orion volvió a su forma humana. Ares no podía creer cómo Orion había creado el vínculo con su mate.

-¿ Cómo puede ser posible si la he tenido tan cerca y no me di cuenta de que era ella? – expresó sorprendido por lo que acababa de presenciar.

-Porque ocultó su aroma. Desde ahora, hay que protegerla. A mi mate alguien la lastimo, de eso estoy seguro -gruñó con enojo Orión.

Ares cerró el enlace y caminó desnudo por el bosque, reflexionando sobre cómo abordar a Gina ahora que sabía quién era. Sin embargo, era consciente de que ella no quería tener nada que ver con él.

DANNA, La Alfa Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora