CAPITULO 27

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Al día siguiente, empezaron las reuniones entre los alfas. Tres manadas más habían sido atacadas por la Manticola. Ante esta situación, Danna tomó la decisión de enviar a esas manadas a su propio reino. La incertidumbre la agobiaba, ya que no sabía a lo que se iban a enfrentar, pero parecía ser la mejor opción enviarlos allá.

El plan era claro: una vez que Danna lograra recuperar sus manadas y restablecer la seguridad, los alfas y sus gentes regresarían a las tierras del sur. Mientras tanto, aquellos alfas y guerreros que no habían sufrido heridas en los ataques se quedarían para brindar apoyo a la reina.

La unión de los alfas y su disposición a sacrificar su propia seguridad por el bienestar común se hacían evidentes.

Gina se hallaba cómodamente sentada al pie de un viejo roble. Sus ojos miran con atención el delicado ballet de mariposas que danzaban en torno a Eos, los destellos de color contrastaban armoniosamente con la dulzura de la niña.

Con los brazos extendidos Eos se movía alrededor del estanque y era seguida por un grupo de mariposas que movían sus alas alegres.

De repente, detuvo su danza y miró a Gina con ojos brillantes.

-Tengo sed, Gina -dijo con una voz inocente y una sonrisa encantadora

-. ¿Me podrías traer un poquito de juguito, por favor?

Gina asintió con cariño ante la petición de la niña, se levantó del suelo. Con pasos suaves y una sonrisa amable, se acercó a la pequeña y extendió su mano para agarrarla.

-Ven, vamos a buscar el jugo juntas.

-Yo te espero aquí, con mis amiguitas -dijo Eos mientras las mariposas entusiasmadas se posaban en su brazo derecho, la niña lo tenía levantado.

Gina examinó su entorno con cautela, percatándose que a pocos metros se encontraba un guerrero armado.

Un profundo suspiro escapó de sus labios mientras contemplaba a la pequeña niña a su lado. El dilema se apoderó de su mente:

"¿Debería dejar a Eos un momento sola o presionarla para que me acompañe?" Si algo le sucedía a la niña bajo su cuidado, las consecuencias serían desastrosas, luego se dijo "

No creo que le ocurra nada si la dejo sola por unos segundos"

-Esta bien, ya te traigo el jugo, no te muevas de aquí, ya regreso -ella caminó a paso acelerado hacia dentro de la mansión.

Mientras tanto, un lobo viejo que había estado merodeando los alrededores de la mansión. Pasó días observando y estudiando el ambiente. Finalmente, al avistar a Eos corriendo sola alrededor del estanque, salió de su escondite con una mirada deprimida.

-Hola, linda princesa, ¿estás jugando al avión?

Eos escuchó una voz gruesa, se detuvo de inmediato y se giró para ver de dónde provenía. Dio unos pasos hacia atrás al ver al anciano. Cuando estaba a punto de correr, escuchó:

-No te asustes; soy uno de los lobos del consejo y el abuelo de Lamia. Estoy triste porque me duele que ella ya no esté conmigo. Tú me recuerdas mucho a ella cuando era una niña.

Eos echó un vistazo a sus ojos que parecían tristes, y unas lágrimas empezaron a rodar por su arrugado rostro. Con su vocecita tierna balbuceó:

-Sí, lo recuerdo, el que lloraba por la mujer que mami derrotó en el torneo. ¿Por qué llora ahora? ¿

Le duele algo? Yo lloro mucho cuando me duele algo o me caigo.

-Porque extraño mucho a mi nieta y me duele el corazón. No te voy a hacer daño. ¿Sabes por qué? -expresó retirándose las lágrimas de su cara.

-No sé, señor -negó con la cabecita.

-Porque eres linda como mi nieta, y yo la quería mucho. Yo solo busco con quién hablar. ¿Quieres ser mi amiga? Me quedé solito.

Eos le pareció que el anciano era indefenso y lloraba por su nieta, como lo hacía su abuelita Hécate por ella cuando se enfermaba. Recordaba que lo había visto un día en la mansión cuando buscaba a su papi, y los empleados lo trataban con respeto.

-Porque no tiene a nadie, yo tengo a mi papi y a mi mami -expresó con una vocecita preocupada.

-Yo tenía un hijo y murió. Me quedó mi única nieta, pero fue vencida por tu mami.

Ahora he quedado solito -Fabricio volvió a soltar otras lágrimas desoladas -. Entonces, ¿podemos ser amigos? Soy un viejo lobo sin fuerza. ¿Crees que puedo hacerte algo? Solo quiero jugar contigo como lo hice con mi nieta.

-Está bien, podemos ser amigos y podemos jugar -expresó, dibujando una sonrisa tierna en sus labios.

-Cómo vas a ser mi amiga, prométeme que no le vas a contar a nadie de lo que hablamos - balbuceó, fijando la mirada hacia el costado de la mansión, donde apareció Gina, que venía de regreso hacia la niña.

-¿ Por qué no debo decirlo? Mami dice que no debo decir mentiras porque la ponen triste y qué debo contarle todo lo que yo haga.

-Porque no tengo familia, y si le dices a tu mami, me mandarán a sacar lejos de esta manada, y es lo único que tengo para vivir. Recuerda lo que dijo tu mami en el torneo: los lobos viejos del consejo deben abandonar la manada azul y buscar un nuevo hogar.

Pero como soy viejo, no sé a dónde ir. No tengo a nadie.

-Es verdad lo que dijo mami, yo la escuché -Eos sintió tristeza por el anciano -. Yo tengo a mis papis. Está bien, no diré nada.

-Gracias, princesa. ¿Te parece si en tres días vienes a jugar conmigo? Te estaré esperando, pero no traigas a nadie, porque si no, me mandarán a sacar de la manada, y es lo que no queremos, ¿verdad?

Eos negó con la cabeza.

-Hasta pronto, linda princesa -el anciano le dio la espalda y se perdió en la maleza hacia el bosque. Lo conocía muy bien y tenía un lugar donde esconderse. Susurró mientras corría:

-Pronto llegará el momento de vengar tu muerte, mi nieta adorada -ella era lo único que le había quedado de su hijo. En la manada de origen no tiene a nadie que lo ate a ella.

Al morir su hijo, ya pertenecía al consejo de ancianos, y su nieta soñaba con la luna de Eros.

Ellos se habían conocido cuando su nieta era una cachorra. Desde ese momento, se enamoró de Eros. Al morir su hijo, Lamia abandonó su manada, dejándola en manos del beta de esa manada, y se mudó a la manada azul con su abuelo.

Él la había ayudado en todos sus planes.

Gina llegó corriendo y se agachó a la altura de Eos.

-Princesa, ¿quién es ese hombre? ¿Te hizo daño? ¿Qué te dijo?

-Nada, es un hombre solito, nada me dijo - expresó meneándose de un lado a otro con la cabecita agachada.

Gina abrazó a la niña temblorosa y suavemente tomó su manito. Camino con ella hacia la mansión y busco a Maya, quien se encontraba revisando un documento en la sala. Al verla, Gina le relató lo que pasó.

Ella instantáneamente se conectó con Danna a través de un enlace. Maya le preguntó a la niña acerca de la identidad del hombre. Eos repitió lo mismo que había dicho antes a Gina.

DANNA, La Alfa Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora