CAPITULO 25

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Danna habló con voz molesta, pero en su interior estaba encantada de que fuera él quien lograra calmar su celo.

-Después de transcurrir estos tres días, regresaremos a la normalidad. No creas que he olvidado cómo me trataste en el pasado, debí obedecerte por ser una simple omega, pero ahora que soy tu reina, tú debes obedecerme.

Eros le levantó la barbilla con la mano que tenía libre y la obligó a mirarlo mientras le susurraba.

-Entonces, voy a aprovechar estos tres días para complacerte y demostrarte que eres mía, su Majestad.

-Ya deja de decirme Majestad.

Eros le besó la comisura de los labios. Con voz sensual, balbuceó.

-Te llamaré mi reina, porque eso eres para mí.

Al escucharlo con ese tono de voz, Danna presenció una sensación de escalofríos que recorrió su cuerpo. Pudo percibir cómo su temperatura corporal empezaba a aumentar.

Mimosa le susurró.

-Puedes llamarme como quieras, ¿pero dame otro revolcón rico? Anda, sí -restregó la mejilla contra la sombra de su barba.

Eros la giró suavemente y la acomodó en la cama. Luego, se situó encima de ella, cubriéndola con su cuerpo, mientras rozaba su hombría erecta contra su entrada. Un ronroneo escapó de sus labios llenos de deseo.

-Mi reina, te voy a dar duro sin descanso estos tres días. Voy a liberar mi virilidad en ti -Eros bajó su boca y pasó su lengua por uno de sus senos. Con la mano izquierda, apretó el otro seno mientras se introducía en ella.

Danna, extasiada por lo que le provocaba cada embestida salvaje, no podía evitar gemir sin restricciones. Y eso era un detonante para Eros para hacer con su cuerpo lo que quisiera.

Eurides despertó debido a los ruidos que llegaban a su habitación. Decidió levantarse y abrió la puerta. Salió al pasillo y dio unos pasos hacia la dirección de los murmullos. Allí se encontró con Maya, quien sostenía a Eos dormida en brazos.

-¿ Qué pasa? ¿De dónde provienen esos gemidos tan descarados? -logró articular Eurides al escuchar el escándalo.

-La reina ha entrado en celo y, Eurides prepárate porque Danna está ultrajando al alfa. Eos venía a dormir con su padre y logré agarrarla antes de que abriera la habitación -terminó de decir esas palabras soltando una leve carcajada.

Eurides se quedó sin palabras y su rostro se tiñó de un ligero rubor. Estaba preocupada de que su hijo no cumpliera con el celo de la reina y se metiera en más problemas con ella.

Mientras tanto, Eos seguía dormida en brazos de Maya, quien la mecía con suavidad para evitar que se despertara.

Eurides se sobresaltó y se llevó la mano a la boca cuando escuchó.

-Eros, dame, duro, ah, ah, ah, así, qué rico, más

fuerte ...

Los ronroneos y aullidos de Eros se hicieron presentes.

-Vamos a dormir las tres en una de las habitaciones de la planta baja. Mañana nos organizamos, porque con este ruido no podremos conciliar el sueño -las dos caminaron hacia una de las habitaciones en el otro extremo de la planta baja.

Lograron mantener a la niña dormida.

Eurides se recostó vigilando a su nieta para que no se despertara y se enterara de que sus padres se estaban devorando. Se sentía apenada por lo que escuchó. Su hijo no había llevado mujeres a su habitación, Lamia nunca había entrado a la habitación de su hijo.

De joven Eros había salido con otras lobas, pero ninguna fue llevada a la casa, y ahora estaba haciendo estremecer a la mansión con sus gruñidos lujuriosos. En el fondo de su corazón, estaba feliz de que su hijo hubiera recuperado su vida íntima con su mate.

Danna y Eros apenas durmieron unas horas. Ella se despertó un poco más lúcida, pero cuando vio a Eros desnudo, se mordió el labio inferior. Se levantó adolorida, cojeando un poco. Ese lobo había sido brusco con ella, pero le encantaba.

Entró al baño y se aseó. Al salir, volvió a la cama.

Eros abrió los ojos cuando sintió que le lamían los labios. Sonriente, susurró.

-Qué sabroso es despertar con tu loba acariciándote -se inclinó y se levantó -. Ya

vuelvo -Entró al baño.

Al verlo salir del baño, Danna recorrió su cuerpazo con la mirada y se deleitó con el bulto rígido que tenía en la entrepierna. Lo esperó con la mirada lujuriosa, sin protestar, ansiosa de que tomara su cuerpo nuevamente. Cuando por fin llegó a ella, acercó su cara y la besó, posicionándose sobre ella.

Danna gimoteó de puro placer. Él deshizo el beso y comenzó a descender por su cuerpo. Una ráfaga de calor inundó el cuerpo de Danna y su respiración se agitó, tornándose entrecortada y dificultosa cuando sintió su lengua húmeda rozar su entrada.

-Estás húmeda, qué exquisita estás -Eros emitió un ronroneo sensual y bajo.

Danna, al escuchar el llamado de su mate, expuso su cuello de manera mimosa y sumisa.

Eros no se esperaba esa reacción en ella, sin perder tiempo sacó sus caninos y la volvió a marcar.

-Umm, Umm, Umm -Danna gimió al sentir plenitud con la mordida.

Eros se introdujo en ella y movió sus caderas. Le lamió la herida para que pasara el dolor. Ninguno de los dos se dio cuenta de que, inconscientemente y perdidos en el deseo y el calor del celo, estaban afianzando nuevamente el vínculo de mates destinados.

Al mediodía, Eros salió de la habitación con el propósito de buscar comida. A medida que avanzaba hacia el comedor, notó cómo las miradas expectantes de las personas se posaban sobre él.

Era consciente de que lo miraban así por los estruendosos sonidos que habían emergido de su habitación. Sin embargo, en lugar de abordar el tema, optó por mantener el silencio, entendió que el celo lujurioso no había pasado desapercibido.

Tratando de mantener una actitud despreocupada, Eros colocó en una bandeja comida y tomó una jarra de jugo, luego camino de regreso a su habitación.

Él entró a la habitación con la comida y soltó una carcajada al ver a su linda reina preparada para otra ronda. Comprendía que su celo era fuerte y debía apagar ese fuego. Sacudió la cabeza mientras caminaba con la comida.

-Vamos a alimentarte, mi reina. Primero tienes que comer y luego continuamos.

Danna, haciendo un puchero de malas ganas, se acomodó en la cama y susurró.

-Está bien, esta vez voy a hacer lo que digas.

Pero recuerda que soy tu reina y debes obedecerme.

Eros soltó una carcajada, se sentó a su lado y le dio un beso tosco. Luego empezó a meterle tiernamente la comida en la boca.

Así pasaron los tres días. Eros salía de la habitación solo para buscar comida, jugo y agua, mientras que Danna, después de sus rondas de pasión, dormía.

DANNA, La Alfa Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora