CAPITULO 45

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Maya estaba en estado de alerta constante; habían transcurrido apenas dos días desde el arriesgado rescate, y sus ojos apenas habían conocido el descanso. Temía un posible ataque a la manada.

Las mujeres rescatadas se habían adaptado rápidamente a su nuevo hogar. La libertad recién recuperada les llenaba de felicidad, y poco a poco comenzaban a dejar atrás los traumas del pasado, Galilea se mantenía ocupada en la mansión, brindando su apoyo a Maya.

Maya se encontraba en su despacho cuando, de repente, recibió una inesperada llamada de uno de los guardianes custodios de la entrada de la manada.

-Beta Maya, el alfa Sander se encuentra en la entrada con un grupo de lobos. Ha solicitado inspeccionar la manada y afirma que un grupo de mujeres ha robado en su territorio.

Está decidido a encontrarlas y hacerlas pagar por lo que han robado. Sigo sus órdenes de no dejarlo pasar, es un hombre autoritario.

-Dígale que voy para allá, yo como alfa regente, lo atenderé personalmente Maya, furiosa decidió tomar el asunto en sus propias manos.

Colgó la llamada y, después de suspirar varias veces mientras reflexionaba sobre cómo manejar la situación, buscó en su gaveta un arma de fuego y la guardó detrás de su pantalón mientras susurraba.

-Si las cosas se salen de control, tú me serás muy útil.

Luego, salió de su despacho y se dirigió hacia la entrada de la mansión. Al llegar a la puerta, se encontró con una camioneta negra estacionada.

En ese momento, su hermano asomó la cabeza y le gritó con entusiasmo.

-Muévete, Maya. Sander está causando problemas.

Maya avanzo hacia el carro, abrió la puerta y se adentra en él. A medida que el vehículo comenzaba a moverse, emitió una declaración firme.

-Perseo, permíteme ser quien hable. Mantente al margen. No quiero que tus impulsos nos lleven a iniciar una pelea innecesaria.

Su hermano, aunque renuente, asintió comprendiendo la gravedad de la situación.

-Si las cosas se complican demasiado, sabes que actuaré.

Maya, rodó los ojos, sabe lo terco que suele ser su hermanito.

-Deja de decir tonterías. Mi objetivo es simplemente hablar. No podemos permitir un conflicto hasta que Danna decida cómo proceder con esta situación.

Perseo asintió nuevamente, mientras conducía a toda velocidad por las calles de la manada.

Después de unos cinco minutos, el carro se detuvo, y Maya salió con calma. Se dirigió hacia Sander, quien estaba rodeado por un grupo de aproximadamente cincuenta lobos.

-Alfa Sander, que grata sorpresa tenerlo en mi territorio -expresó Maya con una sonrisa educada, aunque su mirada denotaba determinación.

Sander, por su parte, no ocultó su irritación y respondió con voz elevada.

-Alfa Maya, esto es una falta de respeto. Llevo tiempo esperando a que sus hombres me den acceso a la manada Vilkas. Debe reprenderlos e indicarles que los alfas no tienen restricciones.

Maya mantuvo su compostura y replicó con firmeza.

-Ellos están haciendo su trabajo según las órdenes que les he dado. Nadie entra en esta manada sin mi consentimiento. Ahora, ¿puede decirme qué lo trae aquí?

Sander, visiblemente sorprendido por la firmeza de Maya, refunfuño antes de responder.

-Te exijo más respeto. Ningún otro alfa se ha atrevido a desafiarme, y no han tenido problemas para dejarme entrar. Además, tú eres una simple loba que tuvo la suerte de ser suplente alfa, pero te falta mucho para comandar una manada.

DANNA, La Alfa Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora