La verdadera realidad ๑ [vol.5]

Capitulo veintiuno: Artemisa y Acteon

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Cierro mis ojos al escuchar los gritos de los hermanos Argent. Mientras trato de tirar con todas mis fuerza el fierro doblado, aun así es imposible enderezarlo y lo único que causa es dolor en los hombres.

—Lo lamento, lo lamento.— exclamo preocupada. —Lo haría con magia pero aun no se como utilizarla, lo siento.— tomo mi cabeza mientras maldigo por dentro.

—No te preocupes, Isabella. Todos comenzamos por algo.— dice Ryker agitado.

—Por lo único que estoy comenzando es por la nada, soy inservible.

—Encontraremos la forma de hacerlo.— dice Parrish mientras pone una mano en su hombro y me sonríe. De pronto la mirada del chico cambia y mira a los hermanos. —¿Saben lo que necesitan? Adrenalina. Solo hay dos formas de obtenerla, miedo o ira. Dado que ninguno tiene miedo, tienen que enojarse tanto que tu cerebro libere toda la adrenalina en tu cuerpo.

—Estamos cansados para estar enojados.— dice James mientras agacha la cabeza.

—No lo estarás con esto, hermano.— exclama otro hombre entrando con dos chicos.

—¿Adam? ¿Jackson, Nathaniel? ¿Que hacen aquí?— pregunta James esta vez con mas animo.

—Kate. Ella secuestro a Scott... Y también a Diana.— de pronto la mirada de ambos hermanos cambia por completo a una de ira. —Bien, hagamos esto.— dice Adam mientras le indica a los chicos tomar el fierro de cada hermano.

Nos miran a Parrish y a mi. Nosotros asentimos y comenzamos a ayudar. Segundos después siento como el fierro se vuelve mas blando y de un momento para otro este desaparece.

Miro a Ryker sorprendida. —Todos comenzamos por algo.— vuelve a decir mientras me mira a los ojos. Mi mirada se desvía a la de Parrish y sus ojos resplandecen de color naranja.

Después de sacarlos a los dos del alcantarillado. Llegamos al bosque. —Creo que puedo hacer algo con esas heridas.— digo mientras me acerco al estomago de Ryker y James, coloco mi mano en ella, siento unos quejidos. —Lo siento...— me centro en la magia que recorren mi cuerpo y dejo que mi mente recuerde los hechizos del libro que Diana me entrego. —Viventum sanation.— susurro las palabras, siento como un cosquilleo aparece en la palma de mi mano. Miro hacia abajo y observo como poco a poco, las heridas se van cerrando.

—Eso fue impresionante.— dice Nathaniel. Yo solo sonrió sintiéndome finalmente orgullosa de mi misma. 

—Si ya acabaron, es hora de ir a salvar a Diana.— exclama Jackson mientras se pone a caminar.

—Y a Scott.— recalca Nathaniel.

—Si, también a el.

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