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Minari, con muchas dudas toma el canasto que, antes de descubrir que traía por encima decide entrar nuevamente a la casa

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Minari, con muchas dudas toma el canasto que, antes de descubrir que traía por encima decide entrar nuevamente a la casa.

Este dia recién comienza y ya trajo algo nuevo.

Con nervios al ver el canasto moverse algo inquieto, decide dejarlo sobre una mesa para ahora sí, destaparlo con cuidado.

Y la expresión de la Uzumaki cambio radicalmente a una todavía más asustada.

—¿Q-que... se supone que haré ahora..? —Con su voz algo temblorosa, Minari alza la vista.— ¿¡Que se supone que haga yo ahora con esto, dattebari!?

🍥🍥


El pequeño Sasuke solo se dignaba a escribir sus tareas mientras ignoraba que a todo su alrededor, las niñas de su aula siquiera pestañear podían con tal de verlo.

Naruto a lo lejos, —más concretamente al lado opuesto de su asiento— observaba como Sasuke una vez más recibía la atención de todas, incluso de Sakura Haruno.

Pero entonces un sinfín de estornudos captó más su atención. Se trataba de aquella niña que consideraba una rara amiga; Hinata Hyūga.
Pero amiga a fin de cuentas.

Y una vez más estaba muerta del frío.

Naruto inerte sonríe hacia la Hyūga y esta, algo temblorosa alza tímidamente una mano en saludo.

Con este simple gesto era suficiente para que el Uzumaki se acercara a ella en la hora del recreo tan rápido el timbre se hizo presente.

Debido a que últimamente pasaban sus tiempos juntos, a la pequeña Hyūga ya no le resultaba tan vergonzoso saludarlo... Quizás sí, pero no al limite de desmayos.

Todos los alumnos casi de inmediato corrieron a jugar al patio del instituto, más Naruto se apuró en acercarse a la Hyūga.

—¡Hinata! —La mencionada se encogió de hombros y su mirada parecía brillar.

—N-naruto-kun... h-hola...

—¿Todavía sigues resfriada? Hinata tu nunca te recuperas, de veras.

Exclamó el rubio quien, como ya era costumbre, dirigió una de sus manos a la frente de la pelinegra.

—N-naruto-kun...—Apenada, la niña lo observa.

Imaginando rosas y burbujas brillantes alrededor del rubio, su fantasía decae al escuchar las palabras del rubio:

—¿Duermes en la calle, o tu perro tiene problemas pulmonares?

—¡Estoy bien! —Exclamó la Hyūga agitando sus brazos para alejar al rubio.— Y no tengo un perro...

—¡Yo tampoco! Mira te traje algo, ¡dattebayo! —Exclamó el Uzumaki quien corrió a su banca para percatar que su mochila a diferencia de como lo había dejado, ahora estaba abierta.

Amor De Juventud ➳ U. Óbito / H. KakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora