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Dos niños corrían a la lejanía; uno escapando del otro.
Adentrándose así a aquellas zonas donde tenían terminantemente prohibido su ingreso —Tras un acontecimiento desfavorable— el bosque.
—¡Sasuke, Sasuke no puedes seguir ignorándome, dattebayo!
Entre gritos el Uzumaki corría al pelinegro, viendo de él solo el emblema Uchiha en su espalda.
—¿Que se supone que quieres? ¿Eres un entrometido, Naruto!
—¡Claro que lo soy! —Exclamó el infante, aprovechando que el contrario detuvo su paso, lo alcanzó.— Y siempre lo seré si tratas mal a mi madre!
—¡Deja de comportarte como un niño!
—¡No me comporto como un niño! —Con sus manos en puños y ceño fruncido, Naruto negó.
—Te comportas como un bebé llorón.
Ante las palabras del Uchiha, el rubio brincó sobre él mientras ambos, a la vez estiraban los cabellos del otro.
—¡Narutonto! —Con dificultad el pelinegro habló de ceño arrugado.
—¡Sasuke, idiota! —Gritaba el rubio sin soltar su agarre y tirando de los cabellos con más furor, causando que el contrario queje.
El alboroto de los pequeños de pronto fue interrumpido por unos aplausos que se escucharon a no muy lejos.
Los niños instintivamente detienen su pelea para buscar con su mirada de donde viene dicho sonido.
Alcanzando a ver a un adulto de túnica negra que cubría su cuerpo en totalidad, observándolos desde la altura de un árbol.
—Oigan, niños, no deberían estar aquí. Pronto unos amigos llegarán... —Los llamó una voz infantil.— Un momento... Ustedes me parecen familiares. ¿De dónde los conozco?
Los menores cruzaron miradas desde sus lugares.
—¿Y ese quién es, Sasuke? —Susurró el rubio.
Más la respuesta fue respondida por el adulto.
—¡Soy Tobi! —Se presentó de mano alzada.— Y creo... creo que ya sé de dónde los conozco.
🍥🍥
Minari, desesperada intentaba escapar de la mayor prisión de toda la aldea, el temor de muchos, y la realidad de ella.
La Academia ninja de Konohagakure.
—¡Estoy encerrada aquí, Ayuda! —Gritaba la Uzumaki por enésima vez, manteniendo una vaga esperanza de no pasar la noche allí dentro.
De escapar podría, pero realmente no tenía intenciones de dañar un instituto que luego no podría pagar.
