—No lo intentes— No importaba la distancia en la que se encontraban uno del otro, Kendra pudo oír claramente la voz de Ed— No lo intentes...
Camino con miedo hacia el carro de Ed. vio como sus ojos cambiaban de color a un rojo oscuro, mientras apretaba la mandíbula tratando de controlar su furia, tomando fuerte de brazo de Kendra para acercarlo a su cara, era como ver a un demonio de cerca.
—Te atreviste a desobedecer una orden directa... Kendra...— Dijo abriendo la puerta empujando con fuerza a su novio adentro del carro.
—Me lastimas estúpido— Murmuro con tristeza.
—No, no Kendra, no lo intentes... No me hagas enfurecer más de lo que estoy, no te gustaría conocer esa parte de mí— Respondió amenazante, bajo los ojos azules y triste de Kendra, cerrando la puerta de golpe.
Conducía irritado acercando el carro frente las largas escaleras principales del palacio, donde lo esperaba Frederick junto a Margaret y Albert, los que subían maletas al portaequipaje. También pudo ver como los tres vampiros se subían a un carro y se marchaban.
Frederick le entrega un negro bolso de cuero, antes de marchar hacia el otro carro.
—Tu teléfono— Ordeno con enojo, tirando el bolso de cuero en los asiento de atrás del carro— Llama a tu hermano y diles que te quedaras en el palacio esta semana.
—Ed yo...
—Kendra ya estoy enojado, solo llama a tu hermano y di que te quedaras esta semana en el palacio... Solo dile que es por tu seguridad— Replicó lento, pero apretando el volante del carro.
Kendra buscaba con dificultad entre los bolsillos de su abrigo mientras sus manos tiemblan buscando su teléfono para llamar a Banon.
Respira profundo con su teléfono pegado en su oído.
—Banon, me ordenaron desde palacio que sería mejor, para mi seguridad que me quedara unos días en el castillo— Trataba de calmar su voz, para no asustar a su hermano.
—Oooh está bien, le diré a Paris y a Taro, solo repórtate de vez en cuando para que Paris no se ponga paranoico, nadie dejará entrar a Elka en el palacio— Podía escuchar la voz de su hermano despreocupada y tranquila.
—Banon debo cortar, llamaré para reportarme— Dijo haciendo un esfuerzo para no llorar.
El humano intentó bajar del carro, pero Ed lo volvió a sentar.
—Nadie se quedará en el palacio— Hablo empezando a manejar.
Sabía que el terreno donde estaba construido el castillo era vasto, sabía que había lugares que nunca conocería, pero habían pasado más de cuarenta minutos y aún no salían por ningunas de las entradas, atravesaron una reserva de árboles, para toparse con grandes portones que se abrieron antes que Ed llegara a ellos.
Tenía frío, y sueño no quería moverse, miraba a Ed con tristeza, pero ninguna de sus miradas fue de vuelta, manejaba sin hablar sin dedicarle ninguna de sus miradas.
No se dio cuenta cuando se quedó dormido, despertó sintiéndose tibio y abrigado, aún iba adentro del carro, cubierto por el abrigo de Ed, vio su teléfono desde que habían partido, habían pasado dos horas, quiso hablar, pero fingió que volvía a dormir.
—Falta dos horas para llegar... Vamos a las montañas del Noroeste— Fue lo único que dijo Ed desde que se alejaron del palacio.
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¿Soy...Un Omega? La historia de amor de Kendra y Edmon
Randomsegundo libro de ¿Soy...Un omega?