Parte sin título 14

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22 de Julio.

Trataba de leer, pero los gritos entusiastas de Samuel y Kendra lo distraen continuamente del papeleo que tiene en la mesa.

Otra vez levanta la vista cuando escucha la risa estrepitosa de Kendra desde afuera, los rayos de sol se ocultaron, pero aún queda claridad cerca de la cabaña.

—Señor— Dijo llevándole una copa de sangre.

—No la necesitó— Dijo negándola con la mano— Ofrécela a Samuel, para que se tranquilice.

—Lo aré, señor— Respondió Frederick. Sale para ver como corren lanzándose bolas de nieve en la entrada, cerca de una fogata improvisada.

—Oooh, pero que bien huele esto— Habla Samuel tomando la copa que Frederick le ofrece, para entrar en la cabaña, siguiendo a Kendra y a Frederick.

—Que agradable noche, perfecta para irse y dejarlos solo— Dijo apuntando a Edmon, como si hiciera un brindis.

—Creo que deberías quedarte un día más— Le pide Kendra.

—No puedo, estoy reinaugurando un club nocturno y tengo mucho trabajo atrasado— Dijo tomado sus cosas para marcharse.

—Te acompaño— Dijo para que Samuel y Kendra se despidieran encaminándolo hacia el carro en el cual había llegado.


Solos dentro del carro, Samuel es el primero que habla.

—Deberías decirle quién eres realmente Edmon Korolev... Kendra es especial, tiene la personalidad que te hace relajarte y confiar en él al instante. . . Él me agrada— Dijo mirando el rostro sin emociones de Edmon.

—Aún no, debo salir del palacio y los documentos que hemos guardado celosamente con Frederick y las cartas que tú escondiste, solo son una llave para salir de palacio, pero no para la tormenta que esto causara— Respondió abriendo la puerta del carro.

—Como te lo comente hace un tiempo atrás, tú solo dale una historia de amor, a la prensa y noticiarios les encantan las historias de príncipes y esas cosas— Dijo empujando el hombro de Edmon para que se baje de una vez.


Observaba con atención la segunda puerta del dormitorio que comparte Ed. indeciso si debería entrar y husmear en su interior, lleva a su boca sus dedos mordiéndolo nervioso, Ed nunca dijo que no podía entrar, ni se lo ordeno.

—Debemos hablar— Dijo mirando la espalda de Kendra— ¿Qué miras?

—¿Qué hay ahí adentro?— Pregunto girando su cabeza para ver a Ed.

—Una sala de tortura— Dijo abriendo la puerta empujando la espalda de Kendra para que caminara asustado hacia dentro.


No era una sala de tortura, era un armario separado en dos sesiones, donde estaban los costosos trajes de Ed, y la otra donde había ropa más holgada y cómoda, con barias sudaderas, jeans, camisetas y varios pares de tenis y botas.

—¿De quién es esto?— Quiso saber asustado de que fueran de alguien anterior a él.

—Kendra, son tuyos... ¿De quién más seria?, ¿Qué pensabas que traía en las maletas? Albert tuvo serios problemas, para saber tu talla y gusto en tu ropa, también hay guantes y varios pijamas y unos abrigos que pedí que trajeran a castillo para empacar, si hubiera tenido tiempo habría comprado más cosas— Observando la cara de asombro de Kendra.

¿Soy...Un Omega?  La historia de amor de Kendra y EdmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora