5 de mayo.
Encontrar al humano se estaba convirtiendo en lo único que había hecho durante esas noches, dejando sus negocios nocturnos a Andrey, se enfureció cuando descubrió que no era un bombero, todas las pistas que obtuvo de él fueron atreves de las cámaras de seguridad de palacio, Ya sabia quien era Katashi, así que era cosa de tiempo dar con el dueño de la cabellera rojiza.
Edmon, tenía una oficia con grandes ventanas adaptadas, para que la luz del sol no lo dañara, no era una luz nítida, los vidrios eran oscuro, pero no necesitaba tanta luz, sus ojos se adaptaban a la oscuridad.
Su escritorio de madera era un regalo de su madre lo había elegido especialmente para él, las patas de la mesa tenían la forma de grandes pies de león y la silla cumplía con la misma característica, la pared que daba a su espalda está cubierta con enormes repisas llenas de libros tan antiguos como él, pesadas cortinas con diseños de árboles y montañas caían desde el techo hasta el suelo y el piso estaba cubierto por una espesa alfombra, a su izquierda está un muro con un cuadro del castillo y a su lado dos armaduras, antiguos sillones terminaba de decorar su oficina y estaban esas horrendas figuras de porcelanas de pastores y sus ovejas querubines caballos y dragones decoraban estantes y mesa de esa sala, que su madre le traía cada vez que se iba de vacaciones, como las odiaba, pero estaban ahí no las iba a sacar para tener la furia de su madre sobre él.
-Señor- Avisa el asistente con su ordenado traje negro y sus ajustados guantes blancos, golpeando la puerta antes de entrar, caminaba solemne hacia el escritorio para depositar la carpeta con algunos documentos sobre la mesa.
Ni siquiera hizo el esfuerzo de levantar su cabeza desde el escritorio para dirigirle una mirada.
-Gracias Frederick... puedes retirarte- Dijo tomando la carpeta, sin prestarle atención, solo levanto la mirada cuando escucho como la puerta se cerraba.
Mientras la habría se quedó observando de forma fría la fotografía del humano, era él y toda la información que necesitaba, por largos minutos jugaba con sus uñas sobre el escritorio haciéndola sonar. Manteniendo su mirada fija.
Necesitaba escribir una carta, como si la estuviera redactando desde palacio, solicitando su ayudad para tenerlo en el castillo sin que él fuera nombrado, debía hacer que su padre la firmara, divagó en esta ideas más de lo que a él le hubiera gustado demorarse, pero ya estaba escrita solo necesitaba la firma de su padre y el sello real.
15 de mayo.
Tenía en sus manos una carta con el sello real en sus manos, solo esperaba al dueño que llegara.
-Esto es tuyo, Kendra- Dijo Katashi, extendiéndole él sobre.
Leía a prisa mientras mordía sus uñas.
-¿Qué dice?- Exigía un alborotado Banon.
-Quieren que trabaje en el palacio, haciendo un inventario de llaves de trabajo, las llaves son muy antiguas y aún se necesitan en el castillo, creo que no tiene idea para qué se utilizan- Dijo asombrado, haciendo un pequeño resumen de la larga y burocrática carta a su nombre.
-Déjame ver- Paris, le quito la carta a Kendra, de las manos, la curiosidad lo mataba- Esto es muy bueno, deberías aceptarlo.
-Quiero ver- Trataba Banon, de meter su cabeza para leer junto a su hermano.
-Gracias Katashi- Le son río Kendra.
-No gracias a ti, si no hubieras estado todo hubiera resultado más difícil.
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¿Soy...Un Omega? La historia de amor de Kendra y Edmon
De Todosegundo libro de ¿Soy...Un omega?