Nota de la autora

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El experimento Milgram fue llevado a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale. El fin de la prueba era medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando estas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal.

El investigador (V) persuade al participante (L) para que dé lo que este cree son descargas eléctricas dolorosas a otro sujeto (S), el cual es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes continuaron dando descargas a pesar de las súplicas del actor para que no lo hiciesen. La realidad fue que el 65% de los participantes en el estudio de Milgram, administró la máxima descarga.

Los experimentos comenzaron en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Milgram ideó esto para responder a varias preguntas: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?

En el año 2009 se volvieron a realizar estas pruebas simulando que estaban en un programa de televisión. Se llamaba "El juego de la muerte":

Para más información:

http://es.wikipedia.org/wiki/El_juego_de_la_muerte_%28documental%29

https://www.youtube.com/watch?v=J1kqWw0UZ1Q

http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram

El experimento Milgram se ha convertido en un clásico de la psicología demostrando los peligros de la obediencia. Aunque este sugiere que variables situacionales tienen una influencia más fuerte que los factores de personalidad en la determinación de la obediencia, otros psicólogos argumentan que la obediencia está fuertemente influenciada por factores externos e internos, como las creencias personales y el temperamento en general.

Todo esto me llamó la atención y me inspiró a la hora de escribir esta novela. Si os paráis a pensar, da miedo la sola idea de creer que pueden influenciarnos tan fácilmente y darnos órdenes sin ser capaces de darnos cuenta de las consecuencias. Pero lo peor de todo es pensar que estamos libres de todo eso, que a nosotros no nos puede pasar, sin embargo, más de la mitad de las personas que realizaron el experimento, obedeció.

El baile del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora