—¡Ey, enano! ¿Sueño reparador?
La voz de Gojo no sonaba en absoluto molesta, ni siquiera asustada al percatarse de que Yuuji no dormía. En su lugar, denotaba amabilidad. Aunque Yuuji seguía de espaldas y no podía verle, era capaz de adivinar una sonrisa en su rostro en aquellos momentos.
Se desperezó, fingiendo que acababa de despertarse, y entonces giró mientras se frotaba un ojo. Geto conducía en silencio y Gojo tenía el tronco girado y un brazo apoyado en el respaldo del asiento, mirándole con esa sonrisa que sabía que había esbozado.
—Aún es de noche —murmuró, simulando somnolencia—. ¿Dónde estamos?
—Llegando al distrito de Ueno —le dijo—. Te llevaría de tour por el zoológico, pero debe estar tan vacía como sus calles.
Yuuji se apartó de las mantas y gateó hasta situarse tras Geto y Gojo, apoyando los brazos sobre el respaldo como acostumbraba a hacer.
Acababan de tomar la carretera que los llevaba de lleno a la ciudad. Tal y como Gojo vaticinó, no se respiraba un alma en la zona. Las calles, antaño repletas de vehículos circulando y peatones transitando, se disponían a darle la bienvenida al nuevo día en casi completa soledad. El color negro del cielo comenzaba a tornarse azul marino, y las farolas continuaban iluminando las calles.
El único atisbo de vida (si es que se le podía llamar así), eran algunas decenas de zombis que deambulaban sin rumbo fijo por las calles.
El distrito de Ueno era una ciudad pequeña, pero abarrotada de gente. Los tres sabían que la ausencia de gente no infectada no significaba que todos hubieran perecido. Teniendo en cuenta la hora, y sumando la situación límite que estaban viviendo, sabían que los supervivientes debían estar escondidos dentro de sus casas o refugios.
Geto desaceleró para tomar una calle a la derecha, y uno de los zombis aprovechó el momento para lanzarse contra el parabrisas. Yuuji se asustó, cayendo hacia atrás y observando aquella piel llena de pústulas, reseca y hecha jirones, ahora pegada contra el cristal y emitiendo gruñidos y sonidos que difícilmente podía catalogar.
—Cristal blindado —dijo Gojo con orgullo—. Pásame la pistola, Yuuji.
Yuuji tanteó rápidamente por el suelo, agarrando el arma y pasándosela.
Gojo bajó la ventanilla con una tranquilidad pasmosa, quitó el seguro del arma y apuntó al infectado, volándole los sesos.
El cuerpo inerte del mismo cayó hasta el suelo, arrastrándose por el cristal, dejando a su paso un reguero de sangre y vísceras.
Yuuji encontró la situación, además de horrible y repugnante, llena de frivolidad, La deshumanización llevada a su máximo apogeo. Arrebatar vidas de infectados, que antaño fueron personas con metas, ilusiones y deseos, se había convertido en algo tan cotidiano que no había lugar para remordimientos ni quebraderos de cabeza para darles muerte. Gojo y Geto no se inmutaron los segundos que duró la ejecución, y Suguru elevó la dosis de frivolidad al asunto al accionar los expulsores de agua, que se mezclaron con los fluidos antes de ser limpiados por los limpiaparabrisas, devolviendo al cristal su aspecto reluciente.
Como si nada hubiera pasado. Yuuji supo que debía acostumbrarse a ello y no darle tantas vueltas.
—Deberíamos salir a las afueras —comentó Geto—. Esto está infestado, y tengo hambre.
Minutos después, tomaban una carretera que los llevaba a las afueras, a una zona de campo abierto.
Aparcaron en el arcén y salieron del vehículo para tomar algunas latas de comida y dar cuenta de ellas.
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APOCALIPSIS (ADAPTACIÓN)
FanfictionDebido a una mutación genética, resultado de un experimento fallido, el caso se desata en un centro de investigación de Tokio. Satoru Gojo, un multimillonario y dueño de una corporación aeroespacial de defensa, seguridad y tecnologías avanzadas, ve...