Despertó con los alaridos de Mei Mei, amortiguados gracias a las puertas y la distancia que la separaba de su habitación, pero no lo suficiente como para no percibirlos.
Lo siguiente que notó fue el brazo de Gojo, durmiendo de costado tras su espalda y rodeándole la cadera. La calidez de su mano descansando junto al vientre le embriagó de oxitocina.
No quería moverse de allí. Quería darse la vuelta, abrazarle y despertarle quizás a besos, pero los alaridos continuaban rompiendo el silencio y supo que no podría estar tranquilo mientras continuase escuchándolos.
Salió de la cama, procurando no despertar a Gojo, se vistió y camino hacia el largo pasillo que llevaba a la habitación prohibida.
Estaba a pocos pasos de llegar cuando la vio abrirse.
El miedo le congeló y dejó clavado en el sitio, pero al ver que era Utahime quien salía soltó el aire que había estado aguantando.
Utahime estaba completamente empapada y sostenía una jarra de plástico en la mano.
—¿Qué pasó? —le preguntó.
—Intenté darle agua, pero... —se señaló las prendas chorreantes—. Imposible.
—Los zombis no beben agua —le informó, intentando sonar lo más agradable posible.
—Lo sé —suspiró—. Tenía que intentarlo, al menos.
Caminaron uno junto a otro hasta la sala de estar, sentándose en los sillones.
—No sé qué hacer —le dijo ella, que sujetó su cabello con ambas manos y lo exprimió para quitarse el agua—. Estuve pensando en lo que dijo Gojo.
—Se comportó como un idiota.
A pesar de lo que sentía, Yuuji no podía afirmar que las formas empleadas por Gojo hubieran sido las correctas.
—Sí, pero también dijo verdades como puños —expuso ella, soltándose el cabello y pasando a exprimir su camiseta de tirantes—. No puedo retener a Mei Mei indefinidamente hasta que haya una cura. No podré alimentarla si solo le sirve la carne humana. Podría traerle cadáveres, víctimas que no han sido infectadas, pero es demasiado macabro. Además, hce mucho que no matan a nadie por aquí. Todo el mundo está dentro de sus bunkers, dependiendo de mí para comer y sobrevivir.
—¿Qué harás entonces? —preguntó Yuuji.
—No sé. Tengo que hablar con Gojo. Tú... ve a desayunar.
Como si le hubiera invocado al nombrarle, el aludido salió de la habitación mientras se abrochaba los pantalones. Yuuji fue a la cocina a prepararse unos cereales mientras, desde allí, veía a Utahime irse con Gojo a su habitación, que se encontraba junto a la de Yuuji y en el lado opuesto de la de Geto.
Los gritos de Mei Mei habían cesado, cosa que Yuuji agradeció, y fue a prepararse el desayuno.
Al terminar se dirigió a su habitación, pero antes de llegar a la puerta, escuchó a Gojo y Utahime hablando. Habían dejado la puerta entreabierta.
Yuuji miró a todas partes, buscando a Geto, pero debía estar durmiendo. No estaba bien escuchar conversaciones ajenas, y desde que había estallado el apocalipsis esa era la tercera que se disponía a espiar.
Aunque, a decir verdad, la de la noche anterior entre Gojo y Geto no podía considerarse precisamente privada.
Se quedó al otro lado de la puerta, escuchando:
—Siento lo de ayer, Utahime. De verdad. Estaba muy asustado. Ya viví una situación idéntica con el novio de Suguru, y no quería que se repitiera. Solo pensaba en poneros a todos a salvo.
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APOCALIPSIS (ADAPTACIÓN)
FanfictionDebido a una mutación genética, resultado de un experimento fallido, el caso se desata en un centro de investigación de Tokio. Satoru Gojo, un multimillonario y dueño de una corporación aeroespacial de defensa, seguridad y tecnologías avanzadas, ve...