Peugeot 306. Era el auto que Utahime les había podido conseguir y que se conservaba medianamente bien.
No era la gran cosa, pero al menos pudieron cargar, tanto en el maletero como en los asientos traseros (dejando un huevo para que Yuuji se sentara) un buen sentido de armas, munición y comida.
—Procuren que no los maten —les advirtió ella.
Habían salido del búnker. El auto estaba aparcado sobre la hierba y listo para partir, quedando únicamente dos o tres armas por guardar.
—Procura mantenerte a salvo también —le dijo Yuuji—. Todo irá bien, ya lo verás.
—No, no todo, Yuuji —negó ella, pensando en su amiga infectada—. Pero intentaremos que no vaya peor.
Le dio un beso en la mejilla y le abrazó contra ella, para luego hacer lo mismo con Geto. Cuando se acercó a Gojo, los dos dudaron unos momentos sobre qué se suponía que debían hacer tras lo ocurrido el día anterior.
Geto y Yuuji pudieron notar la tensión en el ambiente.
Finalmente, Gojo carraspeó. Que se hubieran rendido a los placeres del sexo no significaba que hubieran desaparecido sus diferencias.
—Más te vale encontrar la cura, Gojo —le advirtió ella, pero sonrió.
—Dalo por hecho.
Utahime volvió a mirarlos a todos, desistiendo de abrazar a Gojo.
—Cuídense mucho, chicos.
Ellos la despidieron con la mano mientras la vieron abrir la puerta del búnker y desaparecer bajo tierra.
Estaban cargando las armas que quedaban cuando oyeron un disparo bajo sus pies.
Los tres se miraron, dejando lo que estaban haciendo.
—Al final lo hizo —suspiró Geto.
—Sabía que no tenía más opción —respondió Gojo, que cerró un momento los ojos y apretó los labios, intentando sacar fuerzas de donde no le quedaban para proseguir—. Vámonos de una maldita vez.
***
Pasaron todo el día conduciendo, deteniéndose una vez en una gasolinera abandonada para repostar y reponer las provisiones.
Al caer la noche, Yuuji notó que el sueño le vencía.
Apartó como pudo todas las cosas que ocupaban los asientos contiguos, usando de almohada la única manta que les había cabido en el auto.
—Te acostaste con ella.
La voz de Geto lo desveló, y abrió levemente los ojos.
Geto tenía el control del volante y le hablaba a su amigo.
Y ahí estaba Yuuji de nuevo, escuchando conversaciones ajenas. ¿Quién podía culparle? De todas ellas, solo había escuchado una por voluntad propia.
Dejó los ojos cerrados y siguió escuchando.
—¿Con quién? —preguntó Gojo.
—¿Con quién va a ser? ¿A cuántas mujeres has conocido las últimas senamas?
—¿Tanto se nos escuchaba?
—Casi apostaría a que Shoko los escuchó desde Nueva York.
—Entiendo... —Geto tomó una curva cerrada, desacelerando—. Y a qué viene que saques el tema.
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APOCALIPSIS (ADAPTACIÓN)
FanfictionDebido a una mutación genética, resultado de un experimento fallido, el caso se desata en un centro de investigación de Tokio. Satoru Gojo, un multimillonario y dueño de una corporación aeroespacial de defensa, seguridad y tecnologías avanzadas, ve...