Serenata a media noche.

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16 de abril de 2022.

El reloj marca los doce y apenas puedo sostener la guitarra, las manos me tiemblan y el frío de la noche me golpea la espalda. Pienso en retroceder y me acobardo a último momento, pero decido quedarme y hacer mi movimiento.

El corazón me late tan fuerte como si fuera a salirse de su cavidad, pongo mis dedos sobre las cuerdas y me dispongo a tocar. Estoy solo, estoy por mi cuenta en esta imprudencia, tan solo somos yo y mi instrumento bajo la luz de las estrellas.

Estoy de pie frente a aquel balcón y por un momento me siento miserable, ¿Quien soy yo para pretender a tal ángel inalcanzable?

Miro la luna, tan grande y lejana, tan pálida que me recuerda a la piel de mi amada. Busco seguridad en ella y de alguna forma le pido ayuda, que mi declaración se aceptada y mi devoción sea mutua.

Los primeros acordes comienzan a hacerse presente y mi pulso se acelera mientras la música se hace cada vez más fuerte.

Doy inicio a la letra de esta humilde serenata y mi corazón se detiene al ver su silueta asomarse a la ventana.

Mary Anne.

Cuando las letras sangran.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora