Carta de la luna.

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6 de septiembre de 2022.

Me escribe desde el firmamento, en medio de la noche cuando se deja ver, Me escribe desde el espacio, aunque le asuste mucho habitar en el; Porque no basta con su pálida luz para iluminar la inmensidad que la rodea, dice que se siente diminuta, pese a la envidia de las estrellas.

Me dice que me ha estado observando desde las alturas, cuando las nubes paran de molestarla y la dejan sola en medio de la oscuridad, pues dice que la noche siempre llega, aunque hayan días que parecieran nunca terminar.

Dice saber lo exhaustivas que son las jornadas y como los días son cada vez más estrestantes, pero también dice que en el vasto universo nuestra existencia y problemas son insignificantes.
Aun así, admite compadecerse de muestro hastío y obliga al día a ceder para darnos un respiro.

Dice que le entristece tener que irse cuando llega el amanecer, extraña la calma que nos transmite y que con el peso de la rutina vuelve a desaparecer.

Le molesta la arrogancia del sol y la forma en que se burla de nosotros mientras nos ve arder, dice que es egoísta y siempre quiere todas las horas para él. Le parece lo injusto lo rápido que se va la noche mientras que hay días que parecen durar años, le encantan los eclipses porque en ellos es el sol quien resulta opacado.

Dice que de tener más horas la gente le prestaría más atención en lugar de simplemente dormir ignorando su presencia, dice que si se tomaran el tiempo de apreciarla habrían muchos más artistas y poetas.

Me cuenta que hace todo lo posible por regar el sereno de la noche y hacer que olvidemos el peso en nuestros hombros y los problemas de la vida, transmitir una calma y tranquilidad que cuanto menos tendrá efecto hasta el siguiente día.

"Hay días malos" me dice, "días en los que el sol goza al verte tropezar, pero has de saber que después de cada día soleado, te vendré a visitar".

Mary Anne.

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