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➣ Donde Ainhoa es una futbolista consagrada, abiertamente feminista y no soporta a cierto jugador del barcelona.
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➣ Donde Gavi es un jugador del barcelona, dispuesto a ganar títulos con...
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Gavi había perfeccionado su arte en el engaño y parecía disfrutar cada segundo en el que manipulaba a los demás a su antojo.
Ainhoa, por su parte, se martirizaba por haber caído una vez más en las garras de ese depredador emocional. Se reprochaba a sí misma por su ingenuidad, cuestionándose cómo pudo haber pasado por alto las señales obvias que indicaban sus verdaderas intenciones.
A pesar de haber experimentado de primera mano la crueldad y el desdén del sevillano a lo largo de los años, un destello de esperanza la cegó momentáneamente, haciéndola creer que quizás, esta vez las cosas serían diferentes. Estuvo al borde de sucumbir a la tentación, de dejarse llevar por la ilusión de un cambio en su viejo conocido, hasta que la realidad la golpeó con fuerza, recordándole quién era realmente ese enmascarado seductor. En ese instante, sintió la amarga ironía de su situación: ella, la reina de las tontas, ante el rey de los idiotas, con las piezas de un juego perverso dispuestas sobre el tablero del destino.
A medida que se sumía en el recuerdo ardiente de su casi beso, su rostro se tornaba en llamas y su ser se agitaba con una intensidad que le removía las entrañas. Una ola desenfrenada de deseo la invadía por completo, avivando el fuego secreto que la había consumido durante semanas. Ansiaba con fervor desentrañar el enigma de esas sensaciones desconocidas que él despertaba en ella cada vez que sus cuerpos se rozaban, sin percatarse de que al rendirse a ellas, le había entregado inconscientemente las riendas para que la manipulara a su antojo.
Se había sumergido en sus propios pensamientos, reconociendo la ilusión que su mente se empeñaba en crear, solo para ser desbaratada por el propio jugador.
La morena asumió su rechazo como el desenlace a todas sus incertidumbres, sepultando en lo más recóndito de su ser toda ambigüedad, toda emoción turbulenta y cualquier rastro de atracción hacia él, bajo un cerrojo de acero infranqueable. Para ella, Pablo Gavi era tan solo el niñato engreído, irritante y molesto que conoció en la adolescencia. Y así seguiría siéndolo, sin posibilidad de cambio.
