Eran alrededor las seis para las siete de la tarde. Molly estaba leyendo en su móvil una nueva joya de literatura juvenil que había descubierto hacía unos días. De repente, le llegaron notificaciones en cascada de dos personas: su amiga Carmen y un amigo de Jessie llamado Manu.
Inicialmente, Molly planeaba no prestar mucha atención a las notificaciones hasta que terminara al menos el capítulo en el que se encontraba. Sin embargo, las notificaciones seguían interrumpiendo el flujo de su lectura. En un momento, el nombre de Jessie apareció entre los mensajes que se sobreponen. Entonces, decidió salir de la aplicación y entrar en WhatsApp, momento en el cual una sensación ominosa la envolvió.
No había notado antes las notificaciones porque tenía silenciado el grupo de la clase. Al abrir la app, descubrió que había más de 300 mensajes y varias menciones. Además de los mensajes de Carmen y Manu que habían llamado su atención.
Primero abrió el mensaje de Carmen, quien le preguntaba qué estaba haciendo y le instaba a dejar de silenciar el grupo, ya que todos se preguntaban si alguien tenía información sobre el chico de último año que había sufrido un accidente, Jessie.
Molly no se detuvo a responder y se dirigió directamente al chat de Manu. La información que contenía no era alentadora. Manu confirmaba que el accidente en el cruce Santa María III involucraba a Jessie y que, al parecer, un coche había perdido el control y lo atropelló. Aunque la ambulancia llegó tarde, Jessie, el conductor y un pasajero ya estaban en el Hospital General de Malabo.
Molly leyó los últimos mensajes con lágrimas desbordándose de sus ojos, en un aparente silencio. Pasaron unos minutos, aunque no sabría decir cuántos, mientras permanecía allí llorando con el móvil en la mano y la otra en el pecho.
Cuando volvió en sí, no sabía qué hacer. Quería verle, asegurarse de que todo estuviera bien, que el golpe no hubiera sido grave. Sin embargo, no podía ir al hospital por sí misma. Pensó que tal vez sus compañeros de clase irían a visitarlo con el tutor del curso, pero ella no pertenecía a su curso. Además, no sabía cómo abordar el tema con sus padres.
Decidió encender nuevamente el teléfono y esta vez entrar al grupo de la sala, esperando encontrar más información al respecto. Desafortunadamente, la mayor parte de esa larga interacción resultó ser nada más que especulaciones. Una vez confirmaron la identidad de Jessie, los mensajes eran escasos.
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Molly & Jessie
RomanceEl tiempo había transcurrido desde aquel trágico día en el que la vida de ambos jóvenes se vio separada repentina y abruscamente. A pesar de la promesa que se hicieron el destino les depararía una cruel realidad. La pérdida la sumió a ella en una pr...