Entre tantos pensamientos, me siento sumergida en un abismo de vacío. Sabía que debía ser fuerte por mi padre, pero su partida debe estar desgarrando su corazón. Para mí tampoco es fácil asumir que ya no esté entre nosotros.
Mi madre era una mujer de una belleza enigmática, llena de misterios y secretos que tal vez solo mi padre conocía. Pero ahora no es momento de reproches, sino de seguir adelante por ellos, aunque el dolor penetre en lo más profundo de mi alma.
Dejé a un lado a mis amigas por un momento para acercarme a mi padre, quien parecía estar teniendo una conversación seria con las hadas.
-¿Qué ocurre, papá? - pregunté intrigada y confundida.
-Él es un hada que viaja a través de dimensiones. Por su intervención, estamos aquí y también hemos descubierto que nuestro mundo tal como lo conocemos está a punto de desaparecer - comentó mi padre con la voz entrecortada.
-¿Qué? ¿Cómo es posible? No puede ser, ¿por qué dices eso, papá? - pregunté, alterándome.
Ya era suficiente con tratar de mantenerme firme ante la pérdida de mi madre, y ahora la noticia de que el mundo está llegando a su fin hizo que explotara por dentro.
-Kira, el mundo del que provengo ha dejado de existir. La luna se ha colapsado por completo debido a la falta de sus espíritus. Cronos y Selena están haciendo todo lo posible para asegurarse de que el libro que contiene las escrituras de este mundo no desaparezca - explicó Van, acercándose con un lobo blanco a su lado.
En ese momento, mi mente se rompió en mil pedazos, como si fuera una ventana que se quiebra. Ya no podía contener mi dolor. Intenté ser fuerte, por mi padre y por todos los presentes. Sentí que el fuego dentro de mí estaba a punto de estallar, como si quisiera liberarse de una tapa de acero. Me dejé caer al suelo y el fuego salió de mí en una explosión de luz que se elevó hacia el cielo.
-Aaaaaaaaaaahhh - lancé un grito desgarrador.
-¿Qué está pasando? - preguntaron Galle y Nagisan al mismo tiempo, tratando de cubrirse con los brazos debido a la intensa onda de calor que emanaba de mí.
-¡Princesa! ¡Debes calmarte, no todo está perdido! -
me gritó mi padre, tratando de tranquilizarme.Lughor, estaba tratando de lanzar un hechizo para entrar en mi mente, pero debido a mi poder, no pude lograrlo. En ese momento, una mujer de cabello negro llegó rápidamente, exponiéndose a las altas temperaturas que mi cuerpo estaba emanando.
Sentí sus manos tratando de levantar mi rostro y la vi. Era como aquella mujer que encontré en el laberinto, pero su piel era tan pálida que mi poder la estaba dañando. Sus hombros y partes de sus mejillas estaban quemándose, hasta que finalmente ella me abrazó.
-Eso, déjalo salir todo ese dolor. Solo así podrás aclarar tu mente-
dijo la mujer de cabello negro mientras posaba mi cabeza en sus pechos.Poco a poco, mi poder comenzó a neutralizarse y desvanecerse como el rocío en la mañana. Comencé a llorar, sintiendo culpa por poner a todos en peligro, especialmente a ella, que se arriesgó a acercarse a mí a pesar de su propia salud.
La abracé fuertemente mientras ella solo sonreía. En ese momento, mi padre se acercó y me extendió su mano para ayudarme a levantarme mientras me decía:
-Princesa, tenemos un plan. Por eso estaba hablando con las hadas. Con su ayuda, podremos ir al mundo de Van- comentó mi padre mientras me levantaba.
De repente, una mujer descendió del cielo. Tenía el cabello carmesí, pequeños cuernos y unas alas grandes de color negro azabache con puntas rojas intensas. Vestía un vestido negro, parecía una guerrera.
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El misterioso mundo de Atlas
FantasyEn este intrigante relato, un escritor novato es misteriosamente absorbido por el libro que le regaló su abuelo. Dentro de las páginas, experimenta la vivencia de su propia escritura y, sorprendentemente, se autodenomina "Dios". Después de descubrir...