Un Nuevo Tonto

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Todas las personas lavando y tallando harapos, ni siquiera era necesario ya que nadie se hospedaba en ese lugar, pero tenían que encontrar una
manera de pagar su deuda; La cuál ni siquiera sabían que existía hasta su siguiente mañana.

Un castaño jalaba las sábanas con fuerza, mientras las arrojaba a un gran balde dónde se llevaría toda la tarde lavando.

-Pero tenía tanta prisa por dormir que no noté esa maldita letra pequeña..-
Kaleth se restregaba a la cara, de no ser por el dominante sueño que lo consumía esa madrugada, no hubiera firmado ese papel que lo llevaría a terminar lavando sábanas y platos sin descanso ni paga.

Después de varias horas, buscó algo más de ropa pero por fin no encontró nada, estaba muy cansado.
-¡Terminé! Iré a..- Ni siquiera pudo terminar su oración cuándo un regordete señor de edad mayor y lentes entró a la enorme habitación y le dejó otra enorme pila de ropa.
-A ningún lado, tienes que lavar esto también-
Sin más, salió de la habitación, unos pantalones rotos, agujas e hilos lo estaban esperando en la otra habitación.

-Ay dios...de dónde saca tanta ropa esa señora Fregoso-
Kaleth hizo una expresión sarcástica, se volvió a subir las mangas de su muy descuidado y sucio suéter, listo para volver a remojar sus manos en jabón y detergente.

-¿Quieres ayuda?- Una niña de pelo negro y esponjado le habló, ofreciéndose a ayúdarle para que terminaran más rápido.
-Te ves cansado, cualquiera pudiera confundirte con un mapache- Bromeó la niña, señalando las notables ojeras de Kaleth.

Kaleth sonrío ante eso, pero tenía razón, sus ojeras eran grandes.
-Estoy Bien noddle, tú ve a descansar a tu "habitación", ya es demasiado tarde.- Le respondió Kaleth, mientras señalaba la pequeña rendija que había hasta arriba de la pared, era el único reloj que ellos tenían para saber si era de día o de noche.

Ambos platicaron un rato, al final Noddle le ayudó un poco para disminuir la carga.
-Oye Kale, no te has imaginado una vida fuera de aquí, es decir, libre..-
Preguntó Noddle, mirando curiosa a Kaleth, esperando su respuesta, hasta que después de un rato, la obtuvo.

-Aveces lo hago, sueño que trabajaría en una tienda de libros o una biblioteca, tomando un café mientras leo algún libro sobre misterios o cosas por el estilo, disfrutando de la acojedora calefacción que seguramente el lugar tendria-
Respondió, en su voz todavía había algo soñador.
-Pero así se va quedar, solo como un "Sueño"...-

Noddle no respondió, sentía que Kaleth había perdido mucho apesar que desde que llegó a esa casa no llevaba ni una sola pertenencia.

Decidió cambiar de tema para no apagar más a Kaleth, hasta que escucharon la puerta principal abrirse, le faltaba tanto aceite que se oía hasta debajo de la casa cuándo se abría y cerraba.
Escucharon a la señora Fregoso decir esa palabra que les daba escalofríos a todos los prisioneros obligados a trabajar de sirvientes, incluyendolos a ellos dos; -"Bienvenido a Fregoso y Lejías".-

Ambos abrieron demasiado los ojos, sabían que cualquier persona que haya llegado, ellos tenían que salvarla de caer en las garras de la señora Fregoso y de una inmensa deuda.
Corrieron hacia las escaleras, miraron hacia arriba solo para ver la enorme fila de escalones que tendrían que subir.

-Esto nos tomará un tiempo- Exclamó Noddle

-"Bienvenido a Fregoso y Lejías, Casa de huéspedes y Lavandería"- Fregoso mostraba una sonrisa acojedora.

El joven que llevaba ropa poco informal, acompañado de su maletín y gran sombrero, caminó por la habitación, convencido de encontrar un buen lugar dónde pasar la noche.

-Calientese los huesos junto a la chimenea, deber estar muriéndose del frío- Dijo Fregoso en una oración casi armoniosa, como si estuviera de tener un nuevo huésped...o una nueva víctima.

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