La Rhapsodia Del Ángel

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(Lamento Eroico)

Narración de Mike

Baje del árbol con mi pesada capa tapando mis pasos, tenía mi mazo favorito en la mano derecha, un cuchillo en la mano izquierda. Estaba aún a unos metros de la batalla, pero el ser más próximo a mi había notado mi presencia. Quise atraer la atención de todos en ese momento, así que empecé a dar golpes con el mazo contra la nieve. El sonar de un tambor de batalla. Logre lo planeado y todos tenían su atención en mí. Esto dio suficiente tiempo a Acenix para posicionarse cerca de dos seres, se un solo salto mortal podría acabar con ellos. Nos quedarían cuatro.

- ¡Hey! Es una pelea privada o me puedo unir- Grite a todos los presentes.

-Eh, ¿Un perro? ¿Qué intentas hacer? – Dijo el zorro.

-Nos salvamos- Menciono el humano.

-Espero que ustedes criaturas paguen por matar sin razón, más les vale dar una buena pelea- Dije para comenzar.

Todo fue rápido y lo recuerdo con detalle. El primero en atacar era el más próximo a mí, como era de esperarse. Venía con furia en un ataque rápido empuñando una daga, ante eso simplemente me hice a un lado para evadir su daga y golpearlo con mi mazo en su espalda, tal acción lo dejo aturdido y me permitió clavarle mi cuchillo en su espalda. Fue bastante rápido el primero o al menos eso creía yo.

- Que, ¿Eso es todo? – Dije alardeando un poco.

Para mi sorpresa esa criatura que había dejado a mis espaldas se volvió a levantar, con más ira, más fuerza y más sed de sangre. Me di cuenta muy tarde y me tomo por el cuello, vi que en sus muñecas tenía cuchillos que daban hacia adentro del antebrazo, a lo cual si me intentaba ahorcar seguramente me mataría antes de dejarme sin aire. Lo llegue a bloquear con mi mano izquierda a tiempo, pero no evito que me cortase un poco. Empuñe mi mazo por la parte más grande para darle un picotazo en sus costillas y hacerlo retroceder un poco. Cuando el ser se alejó lo suficiente, pude apreciar que estos eran de un color iguales de negro, parecían percudidos por carbón o algún tinte por el estilo. Nos enfrentábamos a felinos y canes. Por lo visto no sería una pelea fácil ni limpia.

-Te sorprendió ¿no? Yo ya llevo matando a tres y siempre se vuelven a levantar- Dijo el zorro.

En lo que hablo pude ver como mi amado bajo cual águila letal a la tierra, aterrizando sobre una de esas criaturas y matándolo al instante por un filo atravesando su cuello y moviéndolo de tal forma que no dejaría que se vuelva a parar.

-Pues ese no va a volver- Respondí.

Y allí empezó la verdadera pelea. Primero describiré lo que hice para matar a dos de estas cosas. Para empezar, al mismo que acuchille fui a atacar con todo mi peso, lo transmití a través de mi mazo con una gran carga de forma vertical hacia la cabeza de mi enemigo, como era de esperarse intento bloquear tal ataque, pero no fue suficiente para parar todo el peso de mi cuerpo, de esa forma rompí su guardia en tan solo un golpe. Mi enemigo desorientado por el ataque fue fácil conectar los siguientes golpes. Fue una entrada limpia de mi puñal hacia su abdomen, sentí una clara resistencia de parte de sus ropajes, quizá tendría una armadura, pero no evito que con mi fuerza pudiera atravesarlo. Una vez conectado el puñal prepare mi mazo para darle un golpe tan fuerte de forma horizontal a su cabeza que fácilmente le rompería el cráneo. El golpe lo mando a un lado dejándolo tirado y suficiente mente aturdido para no levantarse próximamente. Rápidamente me acerque a él para terminar con esto, con un ataque que bautice como: "Clavadlo". Le puse un pie en su estómago recargando mí peso sobre este, para alinear mi daga, la cual tenía una base plana, con mi mazo. Como han de adivinar, simule el clavar un clavo a una madera, solo que este clavo perforaría su tórax y llegaría tan profundo que explotaría su corazón en un segundo.

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