El Pantano y el Valle eran puntos estratégicos para su ejército, tenía las costas ocultas, el Valle le daba altura para la vigilancia y los Bosques Petrificados junto al Pantano eran filtros perfectos para los ataques.Además de todo eso, mientras viviera había un título que aún no se le había negado: él era el heredero de Los Pantanos. Siendo el primer hijo de Nahla, hija de Lord Duhia Brannon.
No tenía intenciones de combatir con las Valquirias, primero hablaría con ellas para que optaran unirse a causa o simplemente ser neutrales. Lo único que pedía era que le permitieran a él y a sus hombres establecer campamento en el Valle y sus alrededores. Poder montar allí su centro de comando.
Lior por sobre todo, necesitaba las aguas termales del Valle que era medicinal para su piel y la atención de las curanderas del Templo de Leviatán. Las sacerdotisas jamás le negarían atención médica a quien lo necesitara.
—Sabes muy bien que las Valquirias no tomamos lugar en las cuestiones políticas, jovencito— le dijo sin titubear la sacerdotisa madre Manishie. Sus ojos ciegos con el contorno cicatrizado, como si hubiere sido quemada—. Y es verdad que no podemos rechazar tratar tu enfermedad, por lo tanto, podemos permitir tu presencia aquí. Pero no la de tus hombres.
Al poco tiempo de dejar Los Pantanos, su abuelo lo acompañó hasta el Templo de Leviatán. Allí conoció frente a frente a la legendaria Manishie, la Madre Sacerdotisa, Valquiria de sangre, la Guardíana del Valle, la Vidente.
A pesar de que era una mujer de más de sesenta años, parecía mucho más joven. Quien haya hecho aquella atrocidad a su rostro, a sus ojos, seguramente fue alguien que quiso dañar a propósito su belleza. Y a pesar de que las cicatrices estaban allí, poco hacían para ocultar lo que una vez fue.
Sí, él podía ver su rostro. La sacerdotisa madre lo recibió junto a Lord Duhia dentro del templo, donde no cubría su rostro pero sí su cabeza, usando con suma ligereza un pálido velo. Estaba vestida como una reina, con un elegante vestido de telas bordadas y con delicados detalles, sentada en un banco que cumplía una función semejante a la de un trono. Detrás de ella un vitral, donde podía ver el mar en el horizonte.
Lior asumió que Manishie no tapaba su rostro por estar dentro del Templo.
No podía decir lo mismo de la otra sacerdotisa presente, una mujer de nombre Roni. También vestida con intrincadas telas bordadas, y portando una filosa lanza. No podía ver su expresión más allá de sus vigilantes ojos, ya que ella sí tenía la mitad del rostro cubierto.
El joven quedó callado, miró a su abuelo de reojo, estudiando su expresión. Él se veía tranquilo y extrañamente cómodo. No importaba qué decidiere, Lord Duhia lo apoyaría.
— Mi señora, debe usted entender que no tengo opción. Mis hombres deben estar aquí, asentar puntos clave y armar la base de control en este valle— sostuvo Lior una vez más—. Estoy proponiéndolo de forma pacífica. Tengo en este momento diez mil hombres, todos de estirpe guerrera. Ustedes solo son treinta y cuatro Valquirias, y una decena de niñas pequeñas en entrenamiento y otro número de ancianas— hizo una pausa y se acomodó en su asiento, apuntando con su cabeza a la sacerdotisa madre—. Reconozco el poder y la fuerza de las legendarias Valquirias, pero también puedo reconocer que esta ocasión en particular no es ventajosa para ustedes.
Roni dio un paso hacia él. Fue un movimiento instintivo y en microsegundos.
La punta de la lanza estaba a milímetros del cuello de Lior. Pudo haberlo atravesado, si no fuera porque algo la bloqueó. O más bien, algo la cortó. La misma punta que casi lo atraviesa cayó sonoramente al piso de mármol del templo.
Lior había empuñado justo a tiempo su propia espada. Era distinta a las armas de los hombres de los Confines. Era de un material pálido y de hoja curva, gruesa. Más parecía a las espadas que en un pasado empuñaron los elfos.
En el mismo respiro, golpeó el palo de la lanza aun en manos de Roni, forzando a que lo soltara.
Lior no pretendía hacerle daño realmente, solo dejar claro que no se metiera con él. Entonces, sintió como una fuerza lo empujaba. Intentó resistirse, pero era inútil, la fuerza lo llevó hasta la silla donde estaba en un principio. Sentándolo allí una vez más.
—Suficiente, Roni—dijo Manishie, tenía el brazo levemente extendido con su mano gesticulando hacia él. Ella era quien lo había devuelto a su lugar, ser escéptico de sus habilidades no era una opción—. No deberías estar haciendo esos movimientos con tu piel tan lastimada, niño. Solo empeorarás las infecciones.
Sí, era verdad. Aquello a él le dolía, pero era un dolor extraño. Más le dolían los músculos por el repentino movimiento que las lastimaduras que acaba de abrir, y sangraban en ese momento a través de sus vendajes.
La sacerdotisa hizo una pausa y tomó aire, como si estuviera meditando.
—Hace unas noches tuve una visión respecto a ti—confesó mientras exhalaba, como si hubiera tenido una epifanía—. En ese momento no sabía que se trataba de ti, jovencito. Porque en mi visión se veía un hombre cubierto en vendajes, dirigiendo ejércitos. Ahora, estoy segura.
El heredero del Pantano la miró asombrado, no por el hecho de que estuviera siendo testigo de los poderes de la vidente, sino porque él tenía un futuro. Alguien podía ver un futuro.
Para Lior no existía futuro alguno más allá de la muerte. Por un instante quiso preguntarle más. Pero ese ánimo, así como vino se desvaneció apenas sus ojos se centraron en la mancha roja de sangre que estaba filtrándose a través de sus blancas vestiduras.
"...Que iluso soy", pensó, "en mi futuro solo hay muerte. Una muy pronta".
—Te pediré, que por favor nos des tiempo para meditar tu propuesta— le sugirió Roni incorporándose y acercándose a su madre. Sus movimientos eran fluidos, como si hace un minuto no hubiera tenido altercado alguno con el muchacho—. Ahora mismo el Continente está pasando por una amenaza muy crítica en las Tierras Prohibidas y ya han avanzado en las Fronteras. Nuestra prioridad es respaldar al Páramo.
—Le he informado respecto a Reidar, señoras— habló Lord Duhia por primera vez intercediendo—, por eso considero que también es provechoso para el Valle tener a estos hombres para defensa. Podemos formar un acuerdo, no sería el primer acuerdo de protección entre el Pantano y el Valle.
El Valle Inmaculado y los Pantanos han tenido un acuerdo de protección desde los tiempos de Hallvord Brannon y su conquista de las Tierras del Olvido. Ya era hora de una extensión.
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El Hijo de Nahla
AdventureContinuación de la "La Sacerdotisa del Valle". A Lior una vez se le fue prometido todo. No solo de palabra sino por derecho. Una vez fue el bastardo predilecto de Sayer, el hijo de Nahla 'la Ninfa de los Pantanos'. Pero eso ya no mas, todo eso se l...