El amor y los semidioses.

No, gracias por la oferta.

Mientras caminábamos hacia la siguiente actividad, Andy tenía esa expresión peculiar de quien quiere evitar algo incómodo.

El campista que la había invitado al lago se nos unió, hablando emocionado sobre la actividad planeada.

—Andy, en serio, creo que te encantará. Será divertido. —Sus palabras fluían, pero el brillo de entusiasmo en los ojos de Andy se desvanecía gradualmente.

—Lo siento, realmente lo aprecio, pero creo que hoy voy a pasar. Se que dije que aceptaba, pero estoy cansada hoy —Andy respondió con amabilidad, pero su tono indicaba firmeza.

Vi a Annabeth y a mí mismo intercambiar miradas de alivio, disfrazando nuestra satisfacción bajo la apariencia de un simple cambio de tema.

—Oh, vamos, Andy, ¿seguro que no quieres venir? —insistió el campista, aparentemente desconcertado por el rechazo.

—Lo siento, tal vez la próxima vez. Disfruten, chicos. —Andy nos sonrió antes de dar media vuelta y alejarse.

Mientras observaba su retiro, no pude evitar sentir una mezcla de alivio y curiosidad. Annabeth y yo compartimos otra mirada, pero esta vez era de complicidad.

—Ese chico parecía interesado en ti, Andy— Repuso sospechosamente Annabeth.

—Creo que lo está, pero yo no estoy interesada en él— Un pequeño tono rojo coloreo la piel de Andy mientras desviaba su atención.