Mirando a mi amigo por la ventana de su habitación.

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—Annabeth... —balbuceé—. ¿Cuánto tiempo llevas...?

—Prácticamente toda la mañana —respondió mientras envainaba su cuchillo de bronce—. He intentado encontrar una ocasión para hablar contigo, pero nunca estabas solo.

—La sombra que he visto esta mañana... —La cara me ardía—. Ay, dioses. ¿Estabas mirando por la ventana de mi habitación?

—¡No hay tiempo para explicaciones! —me espetó, aunque también ella parecíaalgo ruborizada—. Simplemente no quería...

El amor y los semidioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora