Una recompensa por vivir.

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Annabeth estaba inmersa en una conversación seria con Quirón sobre la situación, mientras Andy permanecía en la enfermería, aún sin despertar, y Percy seguía desaparecido. El constante paso del tiempo sin resolver las incógnitas pesaba sobre ella como una carga incesante.

De repente, un chico algo alto y rubio, un hijo de Apolo que colaboraba en la enfermería, interrumpió la charla. "Se despertó Andy", anunció.

Sin dejarlo terminar, Annabeth corrió desesperadamente hacia la enfermería, atravesando el campamento en segundos. La puerta de la enfermería rebotó contra la pared, empujada por la fuerza de su urgencia. Annabeth apareció detrás de ella, y el peso que llevaba sobre sus hombros se aligeró profundamente al ver los ojos azules de Andy abiertos, mirándola de una manera única que solo ella entendía. "¿Tanto me extrañaste, Listilla?" murmuro Andy, mientras Annabeth se acercaba a la camilla y se lanzaba hacia ella, aferrándose a la certeza de que no era un sueño, sino el final de una pesadilla.

Un pequeño quejido de dolor recordó a Annabeth la vulnerabilidad de Andy. Alejándose un poco, Andy dijo: "Lo siento, solo yo..."

"Está bien."

"Casi te mueres", fue casi un susurro, pero la ira se coló en sus palabras ahora que sabía que Andy estaba bien.

"Pero no lo hice", respondió Andy, intentando consolarla. "Deberías haber visto cómo quedaron los otros". Sin perder tiempo, Annabeth extendió la mano y agarró la nuca de Andy, atrayéndola hacia ella. Sus ojos se encontraron antes de que sus labios se unieran en un breve contacto, pero para ellas, fue un encuentro significativo. Lo fue todo.

El suspiro de Andy en los labios de Annabeth hizo que se estremeciera.

"Tal vez debería empezar a casi morirme más"

El amor y los semidioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora