—¡No es ninguna cita! —protesté—. ¡Son sólo Annabeth y Andy, mamá!—Vienen a verte expresamente desde el campamento.
—Vale, sí.
—Os vais al cine.
—Ya.
— Ustedes solos.
—¡Mamá!
Alzó las manos, como si se rindiera, pero noté que estaba conteniendo la risa.
(...)
Salí a toda prisa desde el callejón a la calle Ochenta y una Este y fui a tropezarme directamente con Annabeth.—¡Qué pronto has salido! —dijo, riéndose y agarrándome de los hombros para impedir que me cayese de morros—. ¡Cuidado por dónde andas, sesos de alga!
Durante una fracción de segundo la vi de buen humor y todo pareció perfecto. Ibacon unos téjanos, la camiseta naranja del campamento y su collar de cuentas de arcilla. Llevaba el pelo rubio recogido en una coleta. Sus ojos grises brillaban ante la perspectiva de ver una peli y pasar una tarde guay los dos juntos.
—¿Vas apurado a algún lado, tiburoncin?—La pregunta llena de burla de Andy me dejo mudo por unos segundos. Iba vestida con una remera del campamento corta, dejándose ver el ombligo. Llevaba una chaqueta negra y unos jeans del mismo color, y a pesar de el aspecto de que me podría dejar inconsciente en unos segundos, su sonrisa era cálida, siempre lo era cuando estaba conmigo y la listilla.
Entonces Rachel Elizabeth Dare, todavía cubierta de polvo, salió en tromba del callejón.
—¡Espera, Percy! —gritó.
La sonrisa de Annabeth se congeló. Andy pareció confundida, pero dejo de sonreír.
Annabeth miró a Rachel y luego a la escuela. Por primera vez, pareció reparar en la columna de humo negro y en el aullido de la alarma. Frunció el ceño.
—¿Qué has hecho esta vez? ¿Quién es ésta?
—Ah, sí. Rachel... Annabeth y Andy. Annabeth y Andy... Rachel. Hummm, es una amiga. Supongo.
No se me ocurría otra manera de llamarla. Apenas la conocía, pero después desuperar juntos dos situaciones de vida o muerte, no podía decir que fuese una desconocida.
—Hola —saludó Rachel. Se volvió hacia mí—. Te has metido en un lío morrocotudo. Y todavía me debes una explicación. Las sirenas de la policía se acercaban por la avenida Franklin D. Roosevelt.
—Percy —dijo Annabeth fríamente—. Tenemos que irnos.
—Quiero que me expliques mejor eso de los mestizos —insistió Rachel—. Y lo de los monstruos. Y toda esa historia de los dioses. —Me agarró del brazo, sacó un rotulador permanente y me escribió un número de teléfono en la mano—. Me llamarás y me lo explicarás, ¿de acuerdo? Me lo debes. Y ahora, muévete.
—Pero...
—Ya me inventaré alguna excusa —aseguró—. Les diré que no ha sido culpa tuya. ¡Lárgate!
Salió corriendo otra vez hacia la escuela, dejándonos a Andy, Annabeth y a mí en la calle. Mis amigas me observó un instante. Se dedicaron una mirada y echaron a andar a paso vivo.
—¡Eh! —Corrí tras ellas—. Había dos empusas ahí dentro. Eran del equipo de animadoras y han dicho que el campamento iba a ser pasto de las llamas, y...
—¿Le has hablado a una mortal de los mestizos?
—Esa chica ve a través de la Niebla. Ha visto a los monstruos antes que yo.
—Y le has contado la verdad. —me atacó Andy.
—Me ha reconocido de la otra vez, cuando nos vimos en la presa Hoover...
—¿La habías visto antes?—preguntó Annabeth.
—Pues... el invierno pasado. Pero apenas la conozco, en serio.
—Es bastante mona.
—No... me había fijado.
Annabeth y Andy siguieron caminando hacia la avenida York.
—Arreglaré lo de la escuela —prometí, deseoso de cambiar de tema—. De verdad, todo se arreglará.
Ellas ni siquiera me miraron.
—Supongo que nuestra salida se ha ido al garete. Tenemos que largarnos, la policía debe de estar buscándote.
A nuestra espalda, una gran columna de humo se alzaba de la Escuela Secundaria Goode. Entre la oscura nube de ceniza, casi me pareció ver un rostro: una mujer demonio de ojos rojos que se reía de mí.
«Tu precioso campamento en llamas —había dicho Kelli—. Tus amigos convertidos en esclavos del señor del Tiempo.»
—Tienes razón —les dije, desolado—. Debemos ir al Campamento Mestizo. Ya.
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El amor y los semidioses.
Fantasi"Andrómeda Shelton. 16 años. Hija de Hefesto. Portadora del fuego. Enamorada de dos personas a la vez." PercyxAnnabethxOc fem Relación poliamorosa.