Annabeth estaba en una oscura ladera cubierta de niebla. Parecía casi el inframundo, porque yo sentía claustrofobia en el acto. No veía el cielo sobre mi cabeza: sólo una pesada oscuridad, como si estuviese en el interior de una cueva. Annabeth subía trabajosamente la colina. Había antiguas columnas griegas demármol esparcidas aquí y allá, como si un enorme edificio hubiese saltado por losaires.—Espino —gritaba Annabeth—. ¿Dónde estás? ¿Para qué me has traído aquí?
Cruzaba un muro en ruinas y llegaba a la cima. Jadeaba.Y allí estaba Luke. Sufriendo tremendos dolores. Se había desplomado en el suelo de roca y trataba de incorporarse. La negrura a su alrededor parecía más espesa, como un remolino de niebla girando ávidamente. Tenía la ropa hecha jirones y la cara llena de rasguños y empapada de sudor.
—¡Annabeth! —gritaba—. ¡Ayúdame! ¡Por favor!
Ella corría a socorrerlo.
Yo quería gritar: «¡Es un traidor! ¡No te fíes de él!» Pero mi voz no sonaba en el sueño. Annabeth tenía lágrimas en los ojos. Extendía la mano, como si quisiera acariciarle la cara, pero en el último segundo vacilaba.
—¿Qué ha pasado? —le preguntaba a Luke.
—Me han dejado aquí —gemía él—. Por favor. Me está matando.
Yo no acababa de ver qué le ocurría. Parecía forcejear con una maldición invisible, como si la niebla estuviera estrangulándolo.
—¿Por qué habría de confiar en ti? —le preguntaba Annabeth con voz dolida.
—No tienes motivos para hacerlo —respondía Luke—. Me he portado horriblemente contigo.
Pero si no me ayudas, moriré.«Déjalo morir», quería chillar yo. Luke había tratado de matarnos a sangre fríademasiadas veces. No se merecía nada, ni la menor ayuda de Annabeth. Entonces la oscuridad que se cernía sobre él empezaba a desmoronarse, como el techo de una cueva durante un terremoto. Caían trozos enormes de roca. Annabeth se adelantaba justo cuando se abría una grieta y se venía abajo el techo entero. Y lograba sostenerlo, no sé cómo. Impedía con sus propias fuerzas que todas aquellas toneladasde roca se derrumbaran sobre ambos. Era increíble. Ella no habría sido capaz dehacer algo así. Luke rodaba, libre de todo aquel peso.
—Gracias —lograba decir, jadeando.
—Ayúdame a sostenerlo —gemía Annabeth. El recobraba el aliento.
Tenía la cara cubierta de mugre y sudor. Se levantaba,tambaleante.
—Sabía que podía contar contigo —decía, y echaba a caminar mientras la bóveda temblorosa amenazaba con aplastar a Annabeth.
—¡¡¡Ayúdame!!!
—No te preocupes —decía Luke—. Tu ayuda está en camino. Todo entra dentro del plan.
Entretanto, procura no morirte.El techo de oscuridad empezaba a desmoronarse otra vez, oprimiéndola contra elsuelo.
(...)
—¡¿Que?!—Andy estaba tan sobresaltada que temía que terminara incendiando mi cabaña—¿Cómo puede hacer eso a Annabeth? Se las va a ver conmigo ese hijo de la Gran...
—Andy, no te preocupes la vamos a encontrar.
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El amor y los semidioses.
Fantasia"Andrómeda Shelton. 16 años. Hija de Hefesto. Portadora del fuego. Enamorada de dos personas a la vez." PercyxAnnabethxOc fem Relación poliamorosa.