04. Secreto.

1.5K 165 40
                                    

Ana llegó temprano a la casa de Dayana, con la inquietud de ser recibida fríamente, dada la actitud de su amiga la noche anterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ana llegó temprano a la casa de Dayana, con la inquietud de ser recibida fríamente, dada la actitud de su amiga la noche anterior.

—¿Puedo pasar? —preguntó después de golpear la puerta del dormitorio de Dayana, obteniendo una respuesta apenas audible en forma de un «mjm».

Al entrar en la habitación, que estaba decorada con fotografías de ellas dos, Ana soltó una risa al descubrir a su mejor amiga envuelta de pies a cabeza en una sábana blanca, pareciendo más un cadáver que una joven de preparatoria.

—¿Podrías cerrar las cortinas? La luz me está molestando.

Siguiendo la solicitud, Ana se adentró más en la habitación. La ropa de la rubia estaba esparcida junto a la cama, confirmando que había pasado la noche desnuda. Al destaparle la cabeza, la sábana solo cubría su cuerpo desde el pecho hacia abajo, revelando sus hombros desnudos y las clavículas que se dibujaban en su pálida piel.

Ana sintió el rubor en sus mejillas y su corazón latir tan rápido como la noche anterior. No comprendía las reacciones de su propio cuerpo ni quería hacerlo, así que optó por ignorarlas.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, sentándose en el borde de la cama de su amiga.

—¿Y tú? ¿No estás embarazada?

—Lo recuerdas.

—Claro que lo recuerdo, solo olvidé todo después de la botella de tequila.

—¡¿Botella de tequila?! Por Dios, Day, ¿te tomaste toda una botella de tequila?

Habiendo pasado casi la mitad de su vida protegiendo a Dayana de meterse en problemas, solo necesitó desaparecerse unos minutos para que su amiga estuviera al borde de un coma alcohólico.

—No importa. Al menos yo no terminé en la cama con un idiota.

—Casi lo haces. Te encontré encima de un hombre.

—No era un hombre, era Beto. —Dayana no recordaba cómo había terminado la noche, pero estaba segura de que, incluso con el alcohol en sangre, no permitiría que un hombre, aparte de su familia y Roberto, se le acercara—. Espera, ¿cómo que «encima»?

Ana rio—. Estabas en el suelo, sobre él, y creo que no podía levantarse.

Dayana suspiró, intentando relajarse a pesar del dolor punzante en su cabeza—. No es su culpa, es enano.

De repente, Ana se sintió intrigada por el aparente amigo de Dayana, la misma chica que solía jactarse de su falta de interés en interactuar con hombres y que ahora se burlaba amistosamente de uno.

—Pensé que no te agradaban los hombres. ¿Desde cuándo son amigos?

—Como dije, Roberto no es un hombre, es... Beto, y hablamos algunas veces en la prepa.

Cuando Dayana se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora