17. Novias

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Al regresar a su casa, Ana se recostó en su cama, aun recordando las sensaciones que recorrieron su cuerpo durante el beso

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Al regresar a su casa, Ana se recostó en su cama, aun recordando las sensaciones que recorrieron su cuerpo durante el beso. La electricidad recorriendo su columna y la suavidad de los labios de su mejor amiga, que no se comparaban a los de nadie más.

Por su parte, Dayana, en su propia casa seguía intentando convencer a sus padres de que Roberto tenía que irse, mientras estos insistían en que querían conocerlo más, haciendo preguntas sobre cómo se habían conocido y cómo se habían enamorado. Dayana solo quería hablar con Ana, pero para cuando tuvo el tiempo para hacerlo, la mayor ya había cerrado las cortinas de su dormitorio.

La noche avanzó, y ambas se sumieron en sus pensamientos, cada una procesando el beso como podían hacerlo, imaginando las consecuencias que ese cambio en su amistad les traería, desde las buenas como su conexión fortaleciéndose, hasta las malas como ser odiadas por amarse y las peores, o sea, perder amistad que compartían.

Aun así, las dos habían estado demasiado tiempo reprimiendo sus sentimientos, como para retroceder ahora que habían sido liberados.

A la mañana siguiente, una vez el sol había salido, Dayana envió un mensaje a Sofía para avisarle que iría a su casa. No quería iniciar algo con Ana sin antes aclarar las cosas con ella. Llamó a su amigo, quien era el encargado de llevarla a casa de su novia para que sus padres no sospecharan y cuando le contó la razón, este aceptó de inmediato, repitiendo una y otra vez que siempre tuvo razón.

Ana, quien estuvo la mañana entera esperando a que su mejor amiga diera alguna señal de vida, salió de su casa casi corriendo cuando la camioneta de Roberto se estaciono frente a la casa vecina para alcanzar a Dayana.

—Hey, ¿vas a salir? Pensé que tal vez hoy podríamos hablar.

—Ah sí, iré a ver a Sofía, pero ya que regrese…

—¿A Sofía? —Dayana asintió, casi sonriendo cuando notó la sombra de los celos reflejándose en los ojos de su mejor amiga y reproduciéndose en su voz—. Bueno, que te diviertas.

—No creo que pueda, terminar con alguien no suele ser divertido —respondió sin poder ocultar más su sonrisa burlona.

—¿Vas a terminar con ella? —preguntó, también sonriendo. Sus ojos brillando con ilusión—. ¿Vas a tardar mucho?

—No sé, nunca he terminado con alguien, pero tú ya tienes experiencia en eso, ¿cuánto crees que dure?

—Muy graciosa. —Dayana alzó las cejas con una sonrisa—. Solo quería saber si podrías venir a mi casa después, podemos comer algo y hablar sobre…

—Sí, eso estaría bien.

—¡Bien! Entonces es una cita.

—Ah, ¿es una cita? —preguntó con una sonrisa traviesa, al igual que su voz.

—No, o sea, no es una cita aún, es un… —Dayana seguía mirándola con burla—. Ugh, solo vete y no tardes demasiado.

—Como órdenes.

Cuando Dayana se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora