39. Refugio.

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Dayana se despertó con los primeros sonidos de sus padres por la mañana

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Dayana se despertó con los primeros sonidos de sus padres por la mañana. Abrió los ojos lentamente, sintiendo la luz del amanecer golpeando sus ojos. Los brazos le dolían por el esfuerzo de la noche anterior, pero la sensación más abrumadora era la conciencia repentina de que no estaba sola en la cama.

Giró la cabeza con cuidado y se encontró con Ana dormida a su lado, con una expresión serena en su rostro y uno de sus brazos rodeando su cintura. Se quedó quieta por un momento, observando como las suaves respiraciones de Ana levantaban y bajaban su pecho.

Ana pareció sentir los ojos ajenos sobre ella porque abrió los suyos tan solo unos minutos después, Dayana endureció su mirada de inmediato y carraspeó, moviéndose incomoda para que Ana dejara de abrazarla.

—¿Por qué sigues aquí? —preguntó Dayana, sentándose a la orilla de la cama, dando la espalda a la chica que había pasado la noche con ella.

—Oh, yo… no te mirabas bien anoche, no quería dejarte sola.

Dayana se levantó después de recoger la camiseta que llevaba el día anterior y vestirse con ella, para poder recoger la ropa que había quedado regada alrededor de su cama.

—No estaba tan mal como para querer que te quedes.

—Lloraste después de…

Dayana se giró de inmediato y arrojó la ropa a la cara de su dueña para detener sus palabras—. Vístete, necesito bajar para pedirle dinero a papá y no quiero que te quedes en mi cuarto.

Ana se quedó en silencio por un momento mientras observaba su ropa, herida por la brusquedad de Dayana. Asintió, apretando sus labios en una sonrisa forzada—. Okay, perdón por quedarme —murmuró, su voz baja evidenciando su tristeza.

Dayana la miró por unos segundos sintiendo una punzada de culpa y mordió el interior de la mejilla buscando una manera de contener sus ganas de disculparse. Ana se vistió y se despidió con un gesto de la mano antes de salir del dormitorio de Dayana, dejándola sola con su culpa.

Una vez que Ana se fue, Dayana se tomó un momento para respirar profundamente y calmar su agitado interior mientras cubría sus piernas con un pantalón. Finalmente, con un suspiro se armó de valor y se dirigió a la puerta de su habitación, lista para pedir dinero a su padre.

Dayana bajó las escaleras con paso vacilante, sintiéndose aun más abrumada al encontrarse con toda su familia reunida en la sala de estar, acompañándolos también estaba Ana. Todos de pie, mirando fijamente al televisor.

Mientras se adentraba silenciosamente en la habitación, el sonido de la televisión llenó el espacio con la noticia de ultima hora. La voz del presentador recordó al público el ataque que hubo al antro gay tres meses atrás, mencionando a las victimas fatales y los heridos que ya se habían recuperado.

Dayana sintió su corazón latir con fuerza en su pecho mientras escuchaba las palabras que se filtraban a través del televisor. Sus ojos se abrieron con horror cuando el presentador menciono a su mejor amigo.

Cuando Dayana se enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora